Los tumores óseos benignos metafisoepifisarios reúnen una gran variedad de tumores, cada uno con su especificidad epidemiológica, clínica, radiológica y terapéutica. Estas lesiones se diagnostican con frecuencia en el niño o en el adolescente y requieren un enfoque diagnóstico y estratégico adecuado, sin omitir el diagnóstico ni comprometer el tratamiento de un tumor óseo que puede ser maligno y primario. Así como algunos de estos tumores, como el encondroma del adulto o el quiste óseo esencial del niño, pueden simplemente vigilarse mediante controles radiológicos sucesivos, otros tumores benignos, con potencial de malignidad local, deben remitirse con rapidez a un centro especializado (como por ejemplo el tumor de célula gigante) para ser tratados adecuadamente. Las pruebas de imagen son fundamentales en el protocolo diagnóstico, y algunos tumores que presentan una imagen patognomónica no requieren biopsia ante un cuadro característico. Para los tumores cuya imagen radiológica es atípica o con un potencial de malignidad local, la norma es realizar una biopsia radioguiada o quirúrgica preoperatoria. Hay que destacar la importancia de un tratamiento multidisciplinario, así como del diálogo entre radiólogo, anatomopatólogo, cirujano y paciente durante esta fase prebiopsia, si es posible, en un comité multidisciplinario programado. Además de las innovaciones técnicas quirúrgicas, el tratamiento de estos tumores se ha beneficiado de los avances de la radiología intervencionista, con un importante desarrollo de los procedimientos percutáneos, como por ejemplo en el caso del osteoma osteoide, en el que el tratamiento por radiofrecuencia percutánea es hoy en día el tratamiento de referencia. Los resultados clínicos a largo plazo son casi siempre buenos, pero algunos tumores (condroblastoma, quiste aneurismático, tumor de célula gigante, fibroma condromixoide) requieren una vigilancia radiológica prolongada en busca de recidivas locales. Estas lesiones a veces pueden necesitar múltiples cirugías por recidiva o fracaso mecánico, como en el caso de los tumores de células gigantes.