{"title":"最近成人上端骨折","authors":"L. Favard, R. Benhenneda, A. Morante De Los Reyes","doi":"10.1016/S1286-935X(25)50480-X","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><div>La frecuencia de las fracturas del extremo superior del húmero (FESH) está en aumento, en particular en las personas ancianas debido al envejecimiento global de la población y la osteoporosis. Representan alrededor del 5-6% de todas las fracturas. Las mujeres son más susceptibles que los varones a sufrir una FESH y la incidencia más elevada se observa en las mujeres mayores de 85 años. El mecanismo lesional de las FESH suele ser bimodal. Las lesiones de alta energía predominan en los jóvenes y las lesiones de baja energía en las personas ancianas. El diagnóstico de la fractura suele plantear pocos problemas, pero hay que tener cuidado con las lesiones asociadas, en particular neurológicas, que son frecuentes en un estadio subclínico. El análisis de la fractura se realiza mejor mediante un estudio radiológico estándar de buena calidad completado con una tomografía computarizada y reconstrucciones 3D siempre que se plantee una indicación quirúrgica. Clasificar estas fracturas no basta para realizar un tratamiento correcto. También es importante tener en cuenta el desplazamiento y la impactación del foco de fractura. La mayoría de las fracturas presenta poco desplazamiento y el tratamiento es básicamente ortopédico. En cambio, el tratamiento de las fracturas desplazadas del húmero proximal, especialmente de tres y cuatro fragmentos, no ha sido objeto de un consenso terapéutico que permita seguir una línea de conducta fiable. Esta decisión, multifactorial, depende de la propia fractura, del estado del paciente y del hueso, así como de la experiencia del cirujano. Si se escoge el tratamiento quirúrgico, la restitución de la anatomía y, en particular, de la posición de las tuberosidades es fundamental para alcanzar un buen resultado. Esto es cierto tanto para las osteosíntesis como para las artroplastias. Cualquier defecto en la restitución conduce a la formación de un callo vicioso de tratamiento particularmente complejo.</div></div>","PeriodicalId":100412,"journal":{"name":"EMC - Aparato Locomotor","volume":"58 2","pages":"Pages 1-16"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2025-05-29","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Fracturas recientes del extremo superior del húmero del adulto\",\"authors\":\"L. Favard, R. Benhenneda, A. 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Fracturas recientes del extremo superior del húmero del adulto
La frecuencia de las fracturas del extremo superior del húmero (FESH) está en aumento, en particular en las personas ancianas debido al envejecimiento global de la población y la osteoporosis. Representan alrededor del 5-6% de todas las fracturas. Las mujeres son más susceptibles que los varones a sufrir una FESH y la incidencia más elevada se observa en las mujeres mayores de 85 años. El mecanismo lesional de las FESH suele ser bimodal. Las lesiones de alta energía predominan en los jóvenes y las lesiones de baja energía en las personas ancianas. El diagnóstico de la fractura suele plantear pocos problemas, pero hay que tener cuidado con las lesiones asociadas, en particular neurológicas, que son frecuentes en un estadio subclínico. El análisis de la fractura se realiza mejor mediante un estudio radiológico estándar de buena calidad completado con una tomografía computarizada y reconstrucciones 3D siempre que se plantee una indicación quirúrgica. Clasificar estas fracturas no basta para realizar un tratamiento correcto. También es importante tener en cuenta el desplazamiento y la impactación del foco de fractura. La mayoría de las fracturas presenta poco desplazamiento y el tratamiento es básicamente ortopédico. En cambio, el tratamiento de las fracturas desplazadas del húmero proximal, especialmente de tres y cuatro fragmentos, no ha sido objeto de un consenso terapéutico que permita seguir una línea de conducta fiable. Esta decisión, multifactorial, depende de la propia fractura, del estado del paciente y del hueso, así como de la experiencia del cirujano. Si se escoge el tratamiento quirúrgico, la restitución de la anatomía y, en particular, de la posición de las tuberosidades es fundamental para alcanzar un buen resultado. Esto es cierto tanto para las osteosíntesis como para las artroplastias. Cualquier defecto en la restitución conduce a la formación de un callo vicioso de tratamiento particularmente complejo.