{"title":"我们为什么要翻译?","authors":"J. D. M. Ford","doi":"10.1515/9783110749984-007","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"La primera vez que me topé con el nombre de Alice Stone Blackwell fue en un capítulo de Main Currents of Spanish Literature, un libro publicado en 1919 y escrito por Jeremiah D. M. Ford, intelectual del panamericanismo y chair del departamento de lenguas romances de Harvard por más de treinta años. En medio del capítulo de Ford dedicado a los “puntos altos de la literatura hispanoamericana” se encontraba una línea que hablaba de las “felicitous versions” creadas por Miss Blackwell de los poemas de José Santos Chocano. Así decía: “Miss Blackwell”. Me imaginé una mujer con el pelo recogido sobre la nuca, sentada con sus faldones largos, tomando té a la luz de una ventana junto a una mesa llena de libros y papeles, lápices y plumas. Es decir, vi a Emily Dickinson, o la imagen que tengo de Emily Dickinson, quien, por cierto, escribía sobre todo de noche, a la luz de las velas. Buscando esa imagen hice la primera búsqueda –en internet– sobre Alice Stone Blackwell, en la cual alcancé a vislumbrar lo que después confirmaría la investigación en sus archivos, sus papeles: Alice Stone Blackwell estaba lejos de ser una mujer circulando solo en su hogar, en su jardín, en el espacio de una hoja de papel o en sus propios textos (y al decir propios me refiero a los que producía directamente y a sus versiones, traducciones de textos ajenos). Alice Stone, Miss Blackwell, además de ser traductora fue una mujer políticamente comprometida, radical, sufragista, editora, interlocutora de los hombres de Harvard que buscaban a principios del siglo XX explicar la literatura latinoamericana y, a través de ella, la “mente” de la región. Blackwell no era Dickinson. Su escritura tampoco era la de la poeta de Amherst. Yo, que entretenía la idea de traducir, me prendé más de su figura, de sus motivos, que del resultado de sus traducciones, que me parecieron en un principio demasiado marcadas por el paso del tiempo. Pero también muchos de los originales en español tenían la marca de los años y poco a poco me empecé a encariñar con los intentos de Blackwell por buscar una música propia o una que evocara al original o por rendirse de antemano con algunos poemas y entregar sus versiones en prosa para respetar y transmitir el espíritu, el contenido. Me intrigaba que declarara que existían traductores excepcionales, capaces de llevar la música de un poema de una lengua a otra, y que se contara, sin problemas, entre los que quedaban fuera de esa categoría. Luego, comencé a estudiar también a Isaac Goldberg, a entender sus complejidades, como traductor, escritor, crítico y hombre formado en letras y literatura. 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摘要
第一次遇到了爱丽丝石头Blackwell的名字这是在一个章,主要Currents of[文献,1919年出版的一本书在耶利米所写panamericanismo d . m .福特、智力和语言部主席哈佛罗曼史超过三十岁。在福特关于“西班牙裔美国文学的亮点”的章节中,有一句台词提到了布莱克威尔小姐为jose Santos Chocano的诗歌创作的“费利西亚版本”。它是这样写的:“布莱克威尔小姐。”我想象着一个头发扎在脖子上的女人,穿着长裙坐在窗边喝茶,旁边是一张满是书、纸、铅笔和钢笔的桌子。我的意思是,我看到了艾米丽·狄金森,或者我对艾米丽·狄金森的印象,顺便说一下,她主要是在晚上,在烛光下写作。互联网搜索寻找那些图片我迈出了第一步——对爱丽丝Stone Blackwell,从而我设想后文件确认了其研究的论文:爱丽丝·斯通Blackwell远非一个女人独自在传播他的家,在他的后院,在纸上或空间稿子(和自己说,我指的是生产直接及其以外的文字,翻译版本)。爱丽丝·斯通,布莱克威尔小姐,除了是一名翻译,还是一名政治上坚定的女性,激进的妇女参政论者,编辑,哈佛大学的男性对话者,他们在20世纪初试图解释拉丁美洲文学,并通过它来解释该地区的“思想”。布莱克威尔不是迪金森。她的作品也不是阿默斯特诗人的作品。我喜欢翻译,但我更喜欢他的形象和动机,而不是翻译的结果,起初我觉得翻译的结果太受时间的影响了。还有许多英文原件有品牌和年代渐渐地我开始来说与布莱克试图寻找一个自己的音乐或原来evocara在事先或放弃一些诗歌和散文版本的尊重和传承精神、内容。我很感兴趣地听到他说,有一些杰出的译者能够把一首诗的音乐从一种语言翻译成另一种语言,而且他们很容易被排除在这一类之外。后来,我也开始研究艾萨克·戈德堡,了解他作为翻译家、作家、评论家和文学学者的复杂性。从一开始,他最吸引我的是他试图把翻译实践变成一种职业,但却看到了这种尝试的失败。我很着迷地在他与经纪人和作家的通信中发现他的愿望
La primera vez que me topé con el nombre de Alice Stone Blackwell fue en un capítulo de Main Currents of Spanish Literature, un libro publicado en 1919 y escrito por Jeremiah D. M. Ford, intelectual del panamericanismo y chair del departamento de lenguas romances de Harvard por más de treinta años. En medio del capítulo de Ford dedicado a los “puntos altos de la literatura hispanoamericana” se encontraba una línea que hablaba de las “felicitous versions” creadas por Miss Blackwell de los poemas de José Santos Chocano. Así decía: “Miss Blackwell”. Me imaginé una mujer con el pelo recogido sobre la nuca, sentada con sus faldones largos, tomando té a la luz de una ventana junto a una mesa llena de libros y papeles, lápices y plumas. Es decir, vi a Emily Dickinson, o la imagen que tengo de Emily Dickinson, quien, por cierto, escribía sobre todo de noche, a la luz de las velas. Buscando esa imagen hice la primera búsqueda –en internet– sobre Alice Stone Blackwell, en la cual alcancé a vislumbrar lo que después confirmaría la investigación en sus archivos, sus papeles: Alice Stone Blackwell estaba lejos de ser una mujer circulando solo en su hogar, en su jardín, en el espacio de una hoja de papel o en sus propios textos (y al decir propios me refiero a los que producía directamente y a sus versiones, traducciones de textos ajenos). Alice Stone, Miss Blackwell, además de ser traductora fue una mujer políticamente comprometida, radical, sufragista, editora, interlocutora de los hombres de Harvard que buscaban a principios del siglo XX explicar la literatura latinoamericana y, a través de ella, la “mente” de la región. Blackwell no era Dickinson. Su escritura tampoco era la de la poeta de Amherst. Yo, que entretenía la idea de traducir, me prendé más de su figura, de sus motivos, que del resultado de sus traducciones, que me parecieron en un principio demasiado marcadas por el paso del tiempo. Pero también muchos de los originales en español tenían la marca de los años y poco a poco me empecé a encariñar con los intentos de Blackwell por buscar una música propia o una que evocara al original o por rendirse de antemano con algunos poemas y entregar sus versiones en prosa para respetar y transmitir el espíritu, el contenido. Me intrigaba que declarara que existían traductores excepcionales, capaces de llevar la música de un poema de una lengua a otra, y que se contara, sin problemas, entre los que quedaban fuera de esa categoría. Luego, comencé a estudiar también a Isaac Goldberg, a entender sus complejidades, como traductor, escritor, crítico y hombre formado en letras y literatura. Lo que más me atrajo de él desde un principio fue su intento por hacer de la práctica de la traducción una profesión y ver el fracaso de ese intento. Me fascinó encontrar en su correspondencia con agentes y escritores su deseo de