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El rol de la mujer frente al dolor y el sufrimiento
Una de las manifestaciones del mal en el hombre es, sin duda, la experiencia del sufrimiento y del dolor, que se presenta de forma inevitable en alguna u otra manera a lo largo de la vida, mostrando al hombre su realidad creatural. En estos momentos se hace necesario la presencia de una compañía, no sólo externa o superficial, sino aquella que pueda penetrar de una manera en el interior y desde allí “estar” con la persona que sufre. El ser femenino aparece entonces como disponible para el encuentro con el sufriente y la donación de sí misma en el desarrollo de sus relaciones. La mujer, como veremos, desde su ser personal presenta peculiaridades propias, como su empatía en las relaciones, su acogida integral e interior, su maternidad y su apertura a lo trascendental que contribuyen en el proceso de valoración y sentido del sufrimiento humano, convirtiéndose en compañera en este camino.