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APUNTES SOBRE LOS APORTES DE KIERKEGAARD AL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO
Podemos asegurar que desde 1844 los pseudónimos de Kierkegaard abandonarán dos supuestos típicamente modernos. Ambos pseudónimos intentarán desarrollar una comprensión del sujeto que deje atrás tanto la noción de una subjetividad auto-transparente como el intelectualismo ético. Uno de los lemas de la Modernidad es que todo individuo puede acceder a un grado de desarrollo personal que lo faculte para una organización de su existencia en la cual intereses, necesidades y compromisos personales y sociales encuentran una integración. Ahora bien, esta posibilidad descansa sobre el supuesto de que el sujeto conoce cabalmente aquello sobre lo cual ejerce su capacidad de determinación. La psicología de los pseudónimos kierkegaardianos se propone asumir el supuesto contrario. Axel Honneth expone que fueron dos los movimientos del siglo XX que condujeron a la crisis del concepto clásico del sujeto. El primero es la crítica a la subjetividad de la psicología de Freud, con la cual comprobó que el sujeto no puede ser transparente para sí mismo; el segundo, es el que producen los análisis tardíos de Wittgenstein y Saussure, quienes realizan una crítica al sujeto en términos de la filosofía del lenguaje, negando así la idea de autonomía en términos de la autoría del sujeto. En este sentido, el aporte de Kierkegaard al pensamiento contemporáneo es contundente. Ya que, la teoría de la subjetividad limitada da cuenta un siglo antes de esta imposibilidad de unidad del yo, y tan pronto como ésta se “expresa” en palabras, pierde su verdadera calidad de sensualidad y con demasiada facilidad “desaparece” en alguna otra forma abstracta.