{"title":"Enfermedad tromboembólica venosa y embarazo","authors":"C. Chauleur MD, PhD , T. Raia-Barjat MD, PhD","doi":"10.1016/S1283-081X(23)47725-9","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><p>El embarazo es un factor de riesgo importante de enfermedad tromboembólica venosa (ETEV): trombosis venosa profunda y embolia pulmonar. Estas enfermedades son multifactoriales, pero la simple anamnesis resulta suficiente para identificar sus factores de riesgo, lo cual es primordial para su prevención. Los principales factores clínicos de riesgo son los antecedentes personales y familiares. Las trombofilias adquiridas o constitucionales constituyen un riesgo variable en función de la anomalía de la que se trate. El diagnóstico clínico durante el embarazo es más complicado al tratarse de síntomas frecuentes durante ese período; es necesario determinar los dímeros D, que se encuentran a menudo aumentados. Si son negativos, descartan el diagnóstico, y si son positivos, debe practicarse un Doppler. A continuación, según sea la sospecha, debe llevarse a cabo una gammagrafía, una angiotomografía computarizada pulmonar o una resonancia magnética (RM) cerebral. Las heparinas de bajo peso molecular (HBPM) han reemplazado a las heparinas no fraccionadas y son el tratamiento preventivo o curativo de elección para la ETEV durante el embarazo. Dado que no atraviesan la barrera placentaria, las HBPM no comportan riesgo para el feto, al contrario que los antagonistas de la vitamina K (AVK) y los nuevos anticoagulantes directos. Estos últimos están, por lo tanto, formalmente contraindicados. Actualmente, se usa la aspirina a dosis bajas en asociación con las HBPM para la prevención del síndrome antifosfolípido. La uniformización de los tratamientos es fundamental; para ello, es deseable utilizar una estratificación del riesgo tromboembólico, que posibilita la mejora de la morbimortalidad al limitar los excesos y carencias terapéuticas en estas pacientes.</p></div>","PeriodicalId":100423,"journal":{"name":"EMC - Ginecología-Obstetricia","volume":"59 2","pages":"Pages 1-8"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2023-06-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"EMC - Ginecología-Obstetricia","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1283081X23477259","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
El embarazo es un factor de riesgo importante de enfermedad tromboembólica venosa (ETEV): trombosis venosa profunda y embolia pulmonar. Estas enfermedades son multifactoriales, pero la simple anamnesis resulta suficiente para identificar sus factores de riesgo, lo cual es primordial para su prevención. Los principales factores clínicos de riesgo son los antecedentes personales y familiares. Las trombofilias adquiridas o constitucionales constituyen un riesgo variable en función de la anomalía de la que se trate. El diagnóstico clínico durante el embarazo es más complicado al tratarse de síntomas frecuentes durante ese período; es necesario determinar los dímeros D, que se encuentran a menudo aumentados. Si son negativos, descartan el diagnóstico, y si son positivos, debe practicarse un Doppler. A continuación, según sea la sospecha, debe llevarse a cabo una gammagrafía, una angiotomografía computarizada pulmonar o una resonancia magnética (RM) cerebral. Las heparinas de bajo peso molecular (HBPM) han reemplazado a las heparinas no fraccionadas y son el tratamiento preventivo o curativo de elección para la ETEV durante el embarazo. Dado que no atraviesan la barrera placentaria, las HBPM no comportan riesgo para el feto, al contrario que los antagonistas de la vitamina K (AVK) y los nuevos anticoagulantes directos. Estos últimos están, por lo tanto, formalmente contraindicados. Actualmente, se usa la aspirina a dosis bajas en asociación con las HBPM para la prevención del síndrome antifosfolípido. La uniformización de los tratamientos es fundamental; para ello, es deseable utilizar una estratificación del riesgo tromboembólico, que posibilita la mejora de la morbimortalidad al limitar los excesos y carencias terapéuticas en estas pacientes.