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Abstract
El artículo indaga en la temática del cuerpo a partir de la experiencia del sufrimiento humano: dimensión que supera cualquier escrito y muchas veces fractura las aproximaciones discursivas y teóricas. Sin embargo es menester asumir el riesgo con vistas a la esperanza. Por eso se ha profundizado en el padecimiento ligado al abuso y la tortura, entendiendo al cuerpo como lugar “sin metáforas” donde se alberga la memoria, la resistencia y una esperanza que va más allá de lo meramente racional. El cuerpo, en cuanto exceso de significado, es también un territorio y una membrana en donde se acoge o rechaza al otro. Desde ahí la teología y la ética son desafiadas a repensar la realidad corporal en la perspectiva de una verdadera compasión, confianza y lenguaje que den cuenta de la complejidad del cuerpo maltratado. La actualidad eclesial y social han puesto en tela de juicio prácticas y discursos sobre el cuerpo sufriente. El abuso sexual, de poder y conciencia se han manifestado como realidades que están lejos de ser marginales. A partir de una lectura fenomenológica nos preguntamos por la posibilidad de continuar viviendo –y creyendo– luego de haber padecido lo indecible. Para ello se estudian algunos casos y se lleva a cabo un agudo análisis bibliográfico según el cual se pueden descubrir nuevos rasgos del ser humano y de Cristo, en cuanto Mesías que llora y consuela. La esperanza cristiana de cara al Dios-en-la-carne crucificado puede permitir a los cuerpos que padecen volver a ponerse de pie. Este artículo busca afirmar esto asumiendo la radical dificultad que el sufrimiento impone, para el pensar, el decir y el continuar la vida.