{"title":"Formación, crecimiento y virtud: fines de la educación","authors":"Germán Gómez Veas","doi":"10.5294/edu.2023.26.1.1","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"El propósito de este artículo es revisar y poner en perspectiva ciertos fundamentos antropológicos implicados en el quehacer educativo en torno al fin de la educación, destacando que la práctica docente no puede eludirlos. Para el autor, vale la pena hacer notar que los componentes y alcances antropológicos de los fines de la educación deben constituir el centro de todo quehacer educativo. Así, desde la perspectiva de la filosofía de la educación, este planteamiento va en la línea de retomar conceptos de la filosofía clásica del realismo con base aristotélica, para renovar el empeño formativo que supone la educación en nuestros días. En específico, plantea el autor que, retomando la concepción clásica de la paideia, educar es principalmente formar. Como conclusión, el autor subraya que el trabajo educativo, especialmente aquel que se da en el ámbito escolar, tiene el fin de ayudar, con eficacia, a que los estudiantes alcancen la plenitud de su ser personal, para lo cual especifica cinco propósitos en este proceso: inspirar a los alumnos para que se sorprendan con la realidad y también para que despierten su interés por aprender y formarse a sí mismos; educar el carácter en torno a la verdad, el bien y la belleza; desarrollar virtudes para que los alumnos vivan en coherencia con sus fines existenciales; considerar que la formación supone un proceso de personalización, de crecimiento personal; y, finalmente, hacer que la educación se oriente al crecimiento profundo de la vida interior.","PeriodicalId":30345,"journal":{"name":"Educacion y Educadores","volume":" ","pages":""},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2023-07-13","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Educacion y Educadores","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.5294/edu.2023.26.1.1","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
El propósito de este artículo es revisar y poner en perspectiva ciertos fundamentos antropológicos implicados en el quehacer educativo en torno al fin de la educación, destacando que la práctica docente no puede eludirlos. Para el autor, vale la pena hacer notar que los componentes y alcances antropológicos de los fines de la educación deben constituir el centro de todo quehacer educativo. Así, desde la perspectiva de la filosofía de la educación, este planteamiento va en la línea de retomar conceptos de la filosofía clásica del realismo con base aristotélica, para renovar el empeño formativo que supone la educación en nuestros días. En específico, plantea el autor que, retomando la concepción clásica de la paideia, educar es principalmente formar. Como conclusión, el autor subraya que el trabajo educativo, especialmente aquel que se da en el ámbito escolar, tiene el fin de ayudar, con eficacia, a que los estudiantes alcancen la plenitud de su ser personal, para lo cual especifica cinco propósitos en este proceso: inspirar a los alumnos para que se sorprendan con la realidad y también para que despierten su interés por aprender y formarse a sí mismos; educar el carácter en torno a la verdad, el bien y la belleza; desarrollar virtudes para que los alumnos vivan en coherencia con sus fines existenciales; considerar que la formación supone un proceso de personalización, de crecimiento personal; y, finalmente, hacer que la educación se oriente al crecimiento profundo de la vida interior.