{"title":"Adaptación del hueso a las tensiones mecánicas y al esfuerzo","authors":"L. Vico (DR1 Inserm)","doi":"10.1016/S1286-935X(25)50472-0","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><div>El tejido óseo se adapta de forma continua a las tensiones mecánicas que debe soportar mediante la modelación y la remodelación óseas. Estos procesos ajustan la cantidad y la calidad del hueso, ya sea en sentido negativo por debajo de un umbral bajo de estimulación mecánica (sedentarismo, reposo prolongado en cama) o en sentido positivo por encima de un umbral más alto (actividad física con cargas o impactos fuertes). Sin embargo, si el estímulo mecánico es demasiado grande, sobre todo en un contexto de bajo aporte calórico, el hueso se fatiga y puede fracturarse. El período de la vida durante el cual la actividad física es más eficaz para aumentar la masa ósea es el período peripuberal. Las ganancias obtenidas, sobre todo en el grosor cortical de los huesos largos, duran toda la vida. Las personas que continúan siendo activas en la edad adulta son las que obtendrán mayores beneficios para sus huesos. En los adultos mayores, todavía parece posible fortalecer el esqueleto mediante ejercicio físico multicomponente o un programa HiRIT (<em>high-intensity resistance and impact training,</em> entrenamiento de resistencia e impacto de alta intensidad), incluso en personas osteosarcopénicas. Para estas últimas, se recomienda un entrenamiento que adapte los ejercicios al riesgo de fractura. Parece que cualquier tipo de actividad física que mejore los aspectos musculares, propioceptivos y de equilibrio puede ayudar a prevenir las fracturas, quizá al reducir el riesgo de caídas.</div></div>","PeriodicalId":100412,"journal":{"name":"EMC - Aparato Locomotor","volume":"58 2","pages":"Pages 1-10"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2025-05-29","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"EMC - Aparato Locomotor","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1286935X25504720","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
El tejido óseo se adapta de forma continua a las tensiones mecánicas que debe soportar mediante la modelación y la remodelación óseas. Estos procesos ajustan la cantidad y la calidad del hueso, ya sea en sentido negativo por debajo de un umbral bajo de estimulación mecánica (sedentarismo, reposo prolongado en cama) o en sentido positivo por encima de un umbral más alto (actividad física con cargas o impactos fuertes). Sin embargo, si el estímulo mecánico es demasiado grande, sobre todo en un contexto de bajo aporte calórico, el hueso se fatiga y puede fracturarse. El período de la vida durante el cual la actividad física es más eficaz para aumentar la masa ósea es el período peripuberal. Las ganancias obtenidas, sobre todo en el grosor cortical de los huesos largos, duran toda la vida. Las personas que continúan siendo activas en la edad adulta son las que obtendrán mayores beneficios para sus huesos. En los adultos mayores, todavía parece posible fortalecer el esqueleto mediante ejercicio físico multicomponente o un programa HiRIT (high-intensity resistance and impact training, entrenamiento de resistencia e impacto de alta intensidad), incluso en personas osteosarcopénicas. Para estas últimas, se recomienda un entrenamiento que adapte los ejercicios al riesgo de fractura. Parece que cualquier tipo de actividad física que mejore los aspectos musculares, propioceptivos y de equilibrio puede ayudar a prevenir las fracturas, quizá al reducir el riesgo de caídas.