{"title":"Trastornos miccionales funcionales en la infancia","authors":"V. Bidault , D. Demède , J. Bacchetta","doi":"10.1016/S1245-1789(24)49323-2","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><p>Los trastornos miccionales constituyen el síntoma urinario más frecuente en el niño y deberían detectarse de manera sistemática en la consulta pediátrica. En la práctica diaria, es frecuente que aparezca una infección urinaria en un contexto de trastornos miccionales, por lo que éstos deben buscarse siempre en un niño que presente una cistitis o una pielonefritis, sobre todo cuando son infecciones de repetición. Una anamnesis minuciosa y una exploración física dirigida (palpación abdominal, exploración neurológica y ortopédica de los miembros inferiores y de la columna vertebral) suelen permitir por sí solas al médico de atención primaria orientar el diagnóstico y resolver un 75% de los casos de trastornos miccionales. También suelen resultar útiles la ecografía renal y de vías urinarias (vejiga llena, búsqueda de un residuo posmiccional) y la tira reactiva de orina, pero las otras pruebas complementarias se deben discutir caso por caso. Las consecuencias de los trastornos miccionales pueden ser múltiples (infecciones de orina reiteradas, reflujo vesicoureteral, vaciamiento vesical incompleto y aumento de las presiones vesicales miccionales y de almacenamiento, repercusión psicológica, socioeducativa y en la calidad de vida), por lo que deben detectarse y, después, tratarse, porque además conllevan una situación de riesgo renal (en particular en caso de vejiga hiperactiva con resistencias elevadas). Para tratar los trastornos miccionales de la infancia, se aplican de entrada una serie de normas higienicodietéticas «simples» acompañadas de un tratamiento de la retención fecal que a menudo está asociada. Cuando estas medidas fracasan, se pueden proponer tratamientos farmacológicos asociados a una rehabilitación vesicoesfinteriana.</p></div>","PeriodicalId":72894,"journal":{"name":"EMC. Pediatria","volume":"59 3","pages":"Pages 1-12"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2024-08-24","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"EMC. Pediatria","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1245178924493232","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
Los trastornos miccionales constituyen el síntoma urinario más frecuente en el niño y deberían detectarse de manera sistemática en la consulta pediátrica. En la práctica diaria, es frecuente que aparezca una infección urinaria en un contexto de trastornos miccionales, por lo que éstos deben buscarse siempre en un niño que presente una cistitis o una pielonefritis, sobre todo cuando son infecciones de repetición. Una anamnesis minuciosa y una exploración física dirigida (palpación abdominal, exploración neurológica y ortopédica de los miembros inferiores y de la columna vertebral) suelen permitir por sí solas al médico de atención primaria orientar el diagnóstico y resolver un 75% de los casos de trastornos miccionales. También suelen resultar útiles la ecografía renal y de vías urinarias (vejiga llena, búsqueda de un residuo posmiccional) y la tira reactiva de orina, pero las otras pruebas complementarias se deben discutir caso por caso. Las consecuencias de los trastornos miccionales pueden ser múltiples (infecciones de orina reiteradas, reflujo vesicoureteral, vaciamiento vesical incompleto y aumento de las presiones vesicales miccionales y de almacenamiento, repercusión psicológica, socioeducativa y en la calidad de vida), por lo que deben detectarse y, después, tratarse, porque además conllevan una situación de riesgo renal (en particular en caso de vejiga hiperactiva con resistencias elevadas). Para tratar los trastornos miccionales de la infancia, se aplican de entrada una serie de normas higienicodietéticas «simples» acompañadas de un tratamiento de la retención fecal que a menudo está asociada. Cuando estas medidas fracasan, se pueden proponer tratamientos farmacológicos asociados a una rehabilitación vesicoesfinteriana.