{"title":"\"Eras, éramos, ese resplandor rectangular que asomaba bajo una puerta\". Conversación con Nora Strejilevich","authors":"Alejandra Leonor Parra","doi":"10.1353/cnf.2023.a911287","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"\"Eras, éramos, ese resplandor rectangular que asomaba bajo una puerta\". Conversación con Nora Strejilevich Alejandra Leonor Parra La escritora Nora Strejilevich ha realizado un recorrido literario y personal que la distingue de otros autores autobiográficos. En 1977 fue secuestrada bajo el marco de la dictadura militar argentina y luego de su liberación realizó un extenso itinerario acompañada por unas pocas cajas como única pertenencia. Desde entonces, ha transitado y transita —en sus propias palabras, las tempestades del exilio-retorno. Sumergida en esa cartografía circular que la saca y devuelve entre distintos tiempos y lugares —la pérdida de lo amado, el deber de testificar lo sucedido y buscar justicia—, Strejilevich ha devenido navegante de un mapa minuciosamente desordenado que se retrata en cada una de sus obras. Avanza bajo la consigna de que viajar es hacer memoria y se apega al dictamen de sus pies que se niegan a afirmarse sobre más desastres. De esta forma, recupera su voz silenciada por el horror y dota de absoluta belleza su testimonio a través de un lenguaje íntimo, irónico y visceral que le permite nombrar lo indecible con poesía, bajo los códigos de un lirismo de la desesperación1 tan personal como auténtico. La conversación que aquí transcribo se construye en el marco de la elaboración de mi tesis doctoral en la que indago las formas que adopta el género epistolar tanto en su obra, la de Juan Gelman y Mauricio Rosencof, como espacio que permite la reconstrucción subjetiva para poder nombrar y nombrarse. En la novela inédita Tatuajes en papel, a más de cuatro décadas de aquella dictadura que la marcó definitivamente, Strejilevich continúa realizando galopes al pasado que lo resignifica una y otra vez. Las cartas, que guían el curso de este texto híbrido poblado de voces, funcionan como mojones entre sus identidades. Todas ellas se debaten por reconstruir un todo a partir de fragmentos que gritan, sangran, cantan, interpelan: \"Más aliviada tras descargarte en palabras, abriste la carta que te esperaba esa noche. Leerla te hizo pisar otra vez tierra firme\" (59). Estos mensajes enviados y recibidos son abrazados por una escritura mayor que les da sentido, es una carta enunciada por la Nora nueva a la Nora de ayer, la vieja Nora2… para contarle, desde hoy, las derivas de su propia vida. [End Page 180] Alejandra Leonor Parra [ALP]: En principio quisiera que te presentaras como más te gustaría que te reconozcan. Nora Nadir, Nora Strejilevich, hermana de Gerardo Strejilevich, Nora Z, Nora Norita hija de Sara y León, profesora emérita de la Universidad de San Diego, Norah Nórdica, Nora con acento porteño, Norele o alguna otra de las tantas Noras que sos y que aparecen en tu obra. Nora Strejilevich [NS]: Lo ideal sería poder presentarme con todos los nombres que van surgiendo a medida que cuento las historias que los rodean, como sucede en Tatuajes… donde los matices implícitos en cada uno van brotando en el transcurso de la lectura. Todos revelan desplazamientos de una condición (la humana) que no se sostiene como identidad en mayúsculas sino que fluye con y como la vida. Puedo explicar algunos: Nora Strejilevich es el que me donaron mis progenitores, que en nuestro país figura incompleto porque oculta el apellido materno, Labenski. Creo recordar que me pusieron Nora por la protagonista de Casa de muñecas de Ibsen, pero puede que esta versión la haya trazado mi deseo. Otra es Nora Norita, que inventó Nora nena porque le faltaba el segundo nombre que parecían tener los demás. Norah Nórdica es la exiliada en Canadá, la que se pronuncia en inglés; Nora con acento porteño es la rioplatense, donde a pesar de todo se siente en casa; otra es Norele, forma del nombre en un castellano que vira al idish, dulce lengua en diminutivo que a menudo hablaban mi abuela y mi madre. Alguna vez fui Orna (cambiando el orden de las cuatro letras) Mento, que traduce en clave burlesca...","PeriodicalId":41998,"journal":{"name":"CONFLUENCIA-REVISTA HISPANICA DE CULTURA Y LITERATURA","volume":null,"pages":null},"PeriodicalIF":0.2000,"publicationDate":"2023-03-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"CONFLUENCIA-REVISTA HISPANICA DE CULTURA Y LITERATURA","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.1353/cnf.2023.a911287","RegionNum":4,"RegionCategory":"文学","ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"0","JCRName":"LITERARY THEORY & CRITICISM","Score":null,"Total":0}
引用次数: 0
Abstract
"Eras, éramos, ese resplandor rectangular que asomaba bajo una puerta". Conversación con Nora Strejilevich Alejandra Leonor Parra La escritora Nora Strejilevich ha realizado un recorrido literario y personal que la distingue de otros autores autobiográficos. En 1977 fue secuestrada bajo el marco de la dictadura militar argentina y luego de su liberación realizó un extenso itinerario acompañada por unas pocas cajas como única pertenencia. Desde entonces, ha transitado y transita —en sus propias palabras, las tempestades del exilio-retorno. Sumergida en esa cartografía circular que la saca y devuelve entre distintos tiempos y lugares —la pérdida de lo amado, el deber de testificar lo sucedido y buscar justicia—, Strejilevich ha devenido navegante de un mapa minuciosamente desordenado que se retrata en cada una de sus obras. Avanza bajo la consigna de que viajar es hacer memoria y se apega al dictamen de sus pies que se niegan a afirmarse sobre más desastres. De esta forma, recupera su voz silenciada por el horror y dota de absoluta belleza su testimonio a través de un lenguaje íntimo, irónico y visceral que le permite nombrar lo indecible con poesía, bajo los códigos de un lirismo de la desesperación1 tan personal como auténtico. La conversación que aquí transcribo se construye en el marco de la elaboración de mi tesis doctoral en la que indago las formas que adopta el género epistolar tanto en su obra, la de Juan Gelman y Mauricio Rosencof, como espacio que permite la reconstrucción subjetiva para poder nombrar y nombrarse. En la novela inédita Tatuajes en papel, a más de cuatro décadas de aquella dictadura que la marcó definitivamente, Strejilevich continúa realizando galopes al pasado que lo resignifica una y otra vez. Las cartas, que guían el curso de este texto híbrido poblado de voces, funcionan como mojones entre sus identidades. Todas ellas se debaten por reconstruir un todo a partir de fragmentos que gritan, sangran, cantan, interpelan: "Más aliviada tras descargarte en palabras, abriste la carta que te esperaba esa noche. Leerla te hizo pisar otra vez tierra firme" (59). Estos mensajes enviados y recibidos son abrazados por una escritura mayor que les da sentido, es una carta enunciada por la Nora nueva a la Nora de ayer, la vieja Nora2… para contarle, desde hoy, las derivas de su propia vida. [End Page 180] Alejandra Leonor Parra [ALP]: En principio quisiera que te presentaras como más te gustaría que te reconozcan. Nora Nadir, Nora Strejilevich, hermana de Gerardo Strejilevich, Nora Z, Nora Norita hija de Sara y León, profesora emérita de la Universidad de San Diego, Norah Nórdica, Nora con acento porteño, Norele o alguna otra de las tantas Noras que sos y que aparecen en tu obra. Nora Strejilevich [NS]: Lo ideal sería poder presentarme con todos los nombres que van surgiendo a medida que cuento las historias que los rodean, como sucede en Tatuajes… donde los matices implícitos en cada uno van brotando en el transcurso de la lectura. Todos revelan desplazamientos de una condición (la humana) que no se sostiene como identidad en mayúsculas sino que fluye con y como la vida. Puedo explicar algunos: Nora Strejilevich es el que me donaron mis progenitores, que en nuestro país figura incompleto porque oculta el apellido materno, Labenski. Creo recordar que me pusieron Nora por la protagonista de Casa de muñecas de Ibsen, pero puede que esta versión la haya trazado mi deseo. Otra es Nora Norita, que inventó Nora nena porque le faltaba el segundo nombre que parecían tener los demás. Norah Nórdica es la exiliada en Canadá, la que se pronuncia en inglés; Nora con acento porteño es la rioplatense, donde a pesar de todo se siente en casa; otra es Norele, forma del nombre en un castellano que vira al idish, dulce lengua en diminutivo que a menudo hablaban mi abuela y mi madre. Alguna vez fui Orna (cambiando el orden de las cuatro letras) Mento, que traduce en clave burlesca...