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Abstract
La cefalea es una de las razones más comunes de consulta médica, y se divide en dos categorías: primarias, que se presentan sin causa subyacente estructural a la cual atribuir los síntomas, que incluyen migraña con y sin aura, migrañas crónicas, cefaleas tensionales, trigeminales autonómicas, primarias por tos, ejercicio, estímulo frío o sexual y cefalea thunderclap; y secundarias donde existe causa subyacente que puede amenazar la vida, y agrupa a las atribuibles a trauma de cabeza y cuello, lesión vascular, las causadas por patologías intracraneales no-vasculares y por desórdenes psiquiátricos. Debe evaluarse toda cefalea para excluir una secundaria. La hemorragia subaracnoidea, cuyo principal signo cardinal es cefalea intensa de inicio súbito, suele ser inicialmente mal diagnosticada como migraña o cefalea tensional, está asociada a alto riesgo de muerte o discapacidad severa, presenta síntomas asociados como vómitos, alteración de la conciencia, rigidez nucal y déficits neurológicos. La meningitis bacteriana tiene alto riesgo de complicaciones con potencial de provocar secuelas graves o la muerte, se presenta comúnmente con cefalea, rigidez nucal y fiebre, y menos frecuentemente, alteración del estado mental, crisis epilépticas y signos de focalización. La hipertensión intracraneal (elevación sostenida de la presión intracraneal >20 mmHg por >5-10 minutos) tiene un cuadro clínico inicial de cefalea holocraneal, papiledema, vómitos en proyectil y alteración del estado mental. Si bien todas estas patologías tienen la cefalea como síntoma en común, es necesario estudiarlas para orientar un mejor diagnóstico diferencial, ya que todas requieren un abordaje muy distinto, pero de inicio inmediato para evitar complicaciones.