C. Espinosa, María Caridad Mederos Machado, Johanna Tigrero Marcillo
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Abstract
Identificar y caracterizar los saberes ancestrales agropecuarios constituye una tarea científica que facilita la comprensión del pensamiento y la cultura de aquellos que nos legaron los conocimientos actuales. Validar su pertinencia, según las características de la actualidad, puede conllevar un planteamiento más cercano a la Agroecología, a la protección del medio ambiente y a los estímulos productivos. Por esas razones se desarrolló un proyecto en la Península de Santa Elena, Ecuador; se visitaron las comunas buscando personas, sobre todo adultos mayores, que a través de entrevistas expresaran los conocimientos que subyacen en la población rural. El objetivo fue contribuir al manejo, sobre bases sostenibles, de los agroecosistemas de la Península de Santa Elena a partir de un conjunto de saberes y conocimientos ancestrales y tradicionales. Se identificaron nueve prácticas ancestrales que deben ser puestas al alcance de los productores más jóvenes, ejemplos de ellas son: (i) La cosecha de agua a través de las albarradas (construcciones para el almacenamiento de agua) constituye el saber ancestral más reconocido por todos los entrevistados, pues las primeras obras de este tipo fueron construidas por la cultura Valdivia, 2000 a 1500 a.C. (ii) El aprovechamiento de las lluvias y garúas para comenzar las siembras. (iii) El amadrinado de semillas, como en el caso del maíz es una práctica que se ha perdido con la introducción de híbridos de diversas especies y la modernización de las técnicas de siembra. (iv) El empleo de las fases lunares junto a las fluctuaciones de las mareas es un conocimiento que aún se mantiene para definir el momento de ciertas actividades como siembra, cosecha y corte de madera. (v) “Darse la mano” fue un aspecto cultural que reflejó la asociatividad para realizar diversas tareas agrícolas y que permitía economizar recursos.