{"title":"El rol de la mujer frente al dolor y el sufrimiento","authors":"B. Jiménez","doi":"10.35383/apuntes.v3i2.495","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"Una de las manifestaciones del mal en el hombre es, sin duda, la experiencia del sufrimiento y del dolor, que se presenta de forma inevitable en alguna u otra manera a lo largo de la vida, mostrando al hombre su realidad creatural. En estos momentos se hace necesario la presencia de una compañía, no sólo externa o superficial, sino aquella que pueda penetrar de una manera en el interior y desde allí “estar” con la persona que sufre. El ser femenino aparece entonces como disponible para el encuentro con el sufriente y la donación de sí misma en el desarrollo de sus relaciones. La mujer, como veremos, desde su ser personal presenta peculiaridades propias, como su empatía en las relaciones, su acogida integral e interior, su maternidad y su apertura a lo trascendental que contribuyen en el proceso de valoración y sentido del sufrimiento humano, convirtiéndose en compañera en este camino.","PeriodicalId":231359,"journal":{"name":"Apuntes de Bioética","volume":"11 1","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2020-12-31","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Apuntes de Bioética","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.35383/apuntes.v3i2.495","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
Una de las manifestaciones del mal en el hombre es, sin duda, la experiencia del sufrimiento y del dolor, que se presenta de forma inevitable en alguna u otra manera a lo largo de la vida, mostrando al hombre su realidad creatural. En estos momentos se hace necesario la presencia de una compañía, no sólo externa o superficial, sino aquella que pueda penetrar de una manera en el interior y desde allí “estar” con la persona que sufre. El ser femenino aparece entonces como disponible para el encuentro con el sufriente y la donación de sí misma en el desarrollo de sus relaciones. La mujer, como veremos, desde su ser personal presenta peculiaridades propias, como su empatía en las relaciones, su acogida integral e interior, su maternidad y su apertura a lo trascendental que contribuyen en el proceso de valoración y sentido del sufrimiento humano, convirtiéndose en compañera en este camino.