{"title":"成人创伤后发展的眶钩端脑膜囊肿","authors":"C. Alfonso","doi":"10.1055/s-0040-1721338","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"Estimados editores, El quiste leptomeníngeo, también llamado fractura craneal evolutiva, creciente, o expansiva, meningocele traumático, pseudomeningocele, o absorción ósea postraumática, es una rara complicación de las fracturas craneales, siendo su incidencia inferior al 1%. Ocurre de forma casi exclusiva en niños menores de tres años, pero se han reportado algunos pocos en adultos, que se atribuyen a fracturas craneales sufridas en la infancia.1–3 Se presenta el caso de una paciente femenina de 51 años, que es remitida a consulta de Oculoplastia por notar desde hace aproximadamente cuatro años una proptosis derecha no dolorosa y de progresión lenta, la cual apareció tras recibir un trauma contuso a este mismo nivel. Al examen físico, se corroboró la proptosis y se constató edema palpebral, por lo que se realizó tomografía computada (TC) simple, que reveló una lesión osteolítica en el techo de la órbita derecha, con densidades medias internas entre 12 y 30 Unidades Hounsfield, la cual expandía el hueso frontal comprometido, adelgazando y rompiendo parcialmente la tabla externa, mientras que en la interna se descubrió una solución de continuidad, de 8mm en sentido latero-lateral. Dicha imagen ocupante de espacio ocasionaba desplazamiento antero-inferior del globo ocular, e inferior del complejo muscular recto superior-elevador del párpado superior y del complejo nervio óptico-vaina. Además, se comprobó independiente del seno frontal, llegando a medir 29 24 13mm en sentido rostro-caudal, laterolateral y dorso-ventral respectivamente (►Fig. 1). Seguidamente, se hizo una resonancia magnética (RM) donde la lesión del techo orbitario se comportó prácticamente isointensa, con respecto al LCR, tanto en las secuencias potenciadas en T1 como en las ponderadas en T2; y se confirmó el resto de los hallazgos tomográficos previamente descritos (►Fig. 2). Posteriormente, se efectuó un scan radiográfico óseo sin demostrarse lesiones osteolíticas adicionales, así como ultrasonido de cuello, mamas y abdomen, y radiografía de tórax, sin evidenciarse una posible lesión primaria. Teniendo en cuenta lo expuesto, se planteó el diagnóstico de fractura orbitaria evolutiva, con herniación de meninges y de pequeña porción encefálica, asociado a extensión intradiploica del componente quístico. La paciente se sometió a neurocirugía y se le realizó reparación quirúrgica del defecto dural, mediante el empleo de material autólogo (fascia lata), lográndose una evolución satisfactoria con remisión de la proptosis (►Fig. 3). Para la formación del quiste leptomeníngeo es imprescindible la presencia de una fractura craneal amplia, que generalmente se acompaña de lesión cerebral subyacente, asociado a desgarro de la duramadre, lo que condiciona el desvío del LCR a esa zona de menor presión. Al mismo tiempo, las pulsaciones del LCRocasionan diástasis de la fractura, con la consiguiente erosión de los bordes óseos, y herniación de las meninges y/o del encéfalo a través del defecto dural.2,4 En ese sentido, algunos autores han sugerido su asociación con la osteopenia de la prematuridad, lo que","PeriodicalId":38131,"journal":{"name":"Revista Argentina de Radiologia","volume":null,"pages":null},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2021-06-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"https://sci-hub-pdf.com/10.1055/s-0040-1721338","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Quiste leptomeníngeo orbitario desarrollado tras sufrir un trauma en la propia adultez\",\"authors\":\"C. 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Seguidamente, se hizo una resonancia magnética (RM) donde la lesión del techo orbitario se comportó prácticamente isointensa, con respecto al LCR, tanto en las secuencias potenciadas en T1 como en las ponderadas en T2; y se confirmó el resto de los hallazgos tomográficos previamente descritos (►Fig. 2). Posteriormente, se efectuó un scan radiográfico óseo sin demostrarse lesiones osteolíticas adicionales, así como ultrasonido de cuello, mamas y abdomen, y radiografía de tórax, sin evidenciarse una posible lesión primaria. Teniendo en cuenta lo expuesto, se planteó el diagnóstico de fractura orbitaria evolutiva, con herniación de meninges y de pequeña porción encefálica, asociado a extensión intradiploica del componente quístico. La paciente se sometió a neurocirugía y se le realizó reparación quirúrgica del defecto dural, mediante el empleo de material autólogo (fascia lata), lográndose una evolución satisfactoria con remisión de la proptosis (►Fig. 3). Para la formación del quiste leptomeníngeo es imprescindible la presencia de una fractura craneal amplia, que generalmente se acompaña de lesión cerebral subyacente, asociado a desgarro de la duramadre, lo que condiciona el desvío del LCR a esa zona de menor presión. 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Quiste leptomeníngeo orbitario desarrollado tras sufrir un trauma en la propia adultez
Estimados editores, El quiste leptomeníngeo, también llamado fractura craneal evolutiva, creciente, o expansiva, meningocele traumático, pseudomeningocele, o absorción ósea postraumática, es una rara complicación de las fracturas craneales, siendo su incidencia inferior al 1%. Ocurre de forma casi exclusiva en niños menores de tres años, pero se han reportado algunos pocos en adultos, que se atribuyen a fracturas craneales sufridas en la infancia.1–3 Se presenta el caso de una paciente femenina de 51 años, que es remitida a consulta de Oculoplastia por notar desde hace aproximadamente cuatro años una proptosis derecha no dolorosa y de progresión lenta, la cual apareció tras recibir un trauma contuso a este mismo nivel. Al examen físico, se corroboró la proptosis y se constató edema palpebral, por lo que se realizó tomografía computada (TC) simple, que reveló una lesión osteolítica en el techo de la órbita derecha, con densidades medias internas entre 12 y 30 Unidades Hounsfield, la cual expandía el hueso frontal comprometido, adelgazando y rompiendo parcialmente la tabla externa, mientras que en la interna se descubrió una solución de continuidad, de 8mm en sentido latero-lateral. Dicha imagen ocupante de espacio ocasionaba desplazamiento antero-inferior del globo ocular, e inferior del complejo muscular recto superior-elevador del párpado superior y del complejo nervio óptico-vaina. Además, se comprobó independiente del seno frontal, llegando a medir 29 24 13mm en sentido rostro-caudal, laterolateral y dorso-ventral respectivamente (►Fig. 1). Seguidamente, se hizo una resonancia magnética (RM) donde la lesión del techo orbitario se comportó prácticamente isointensa, con respecto al LCR, tanto en las secuencias potenciadas en T1 como en las ponderadas en T2; y se confirmó el resto de los hallazgos tomográficos previamente descritos (►Fig. 2). Posteriormente, se efectuó un scan radiográfico óseo sin demostrarse lesiones osteolíticas adicionales, así como ultrasonido de cuello, mamas y abdomen, y radiografía de tórax, sin evidenciarse una posible lesión primaria. Teniendo en cuenta lo expuesto, se planteó el diagnóstico de fractura orbitaria evolutiva, con herniación de meninges y de pequeña porción encefálica, asociado a extensión intradiploica del componente quístico. La paciente se sometió a neurocirugía y se le realizó reparación quirúrgica del defecto dural, mediante el empleo de material autólogo (fascia lata), lográndose una evolución satisfactoria con remisión de la proptosis (►Fig. 3). Para la formación del quiste leptomeníngeo es imprescindible la presencia de una fractura craneal amplia, que generalmente se acompaña de lesión cerebral subyacente, asociado a desgarro de la duramadre, lo que condiciona el desvío del LCR a esa zona de menor presión. Al mismo tiempo, las pulsaciones del LCRocasionan diástasis de la fractura, con la consiguiente erosión de los bordes óseos, y herniación de las meninges y/o del encéfalo a través del defecto dural.2,4 En ese sentido, algunos autores han sugerido su asociación con la osteopenia de la prematuridad, lo que