{"title":"Mal de red/红色的","authors":"Germán Sierra","doi":"10.1080/14636204.2023.2177014","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"RESUMEN “Nada es, pues”, escribe Derrida, “más turbio y más perturbador hoy en día que el concepto archivado en la palabra archivo” (1997, 98). Casi treinta años después, quizás deberíamos matizar su aserción y reconocer que nada es hoy más turbio y más perturbador que el concepto enredado en la palabra red. Porque la red no es en absoluto una forma contemporánea del archivo, ni un conjunto de archivos, como a menudo se la pretende presentar en un intento de continuar archivando la idea de archivabilidad, sino casi exactamente lo contrario: la posibilidad precisa y activa, acaso artística, de un continuo proceso de anarchivado. Parece existir en el archivo un origen hipotético, un nodo primigenio, excepcional, privilegiado, paternal e identitario hacia donde el gesto hermenéutico se retroenfoca. El archivo derrideano no puede formar parte de una estructura no jerárquica, y tampoco una red no jerárquica podría estar constituida simplemente por un conjunto de archivos. Para el archivista, la tecnología digital es simplemente una “prótesis técnica”, una “exterioridad secundaria y accesoria” (Derrida 1997, 99), y no un elemento constitutivo de un ecosistema postdigital de acción distribuida. Si para Derrida el mal de archivo es un epítome del mal de amores, el mal de red haría referencia a una abstracción cognitiva extrema que excluyera cualquier anamnesis estructural o teleología preestablecida; un proceso a la vez autopoiético y autolítico en el que cada huella temporal hubiera sido borrada por el curso del tiempo mismo, en el que tanto la razón antrópica como cualquier propósito poético pudieran haber sido los predecesores de un proceso de transformación irreversible. Si el mal de archivo es la huella de una búsqueda infructuosa de lo esencial antrópico, el mal de red apunta a la búsqueda –igualmente infructuosa– de líneas de fuga hacia lo inhumano.","PeriodicalId":44289,"journal":{"name":"Journal of Spanish Cultural Studies","volume":"24 1","pages":"59 - 66"},"PeriodicalIF":0.2000,"publicationDate":"2023-01-02","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Mal de red/red de mal\",\"authors\":\"Germán Sierra\",\"doi\":\"10.1080/14636204.2023.2177014\",\"DOIUrl\":null,\"url\":null,\"abstract\":\"RESUMEN “Nada es, pues”, escribe Derrida, “más turbio y más perturbador hoy en día que el concepto archivado en la palabra archivo” (1997, 98). Casi treinta años después, quizás deberíamos matizar su aserción y reconocer que nada es hoy más turbio y más perturbador que el concepto enredado en la palabra red. 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RESUMEN “Nada es, pues”, escribe Derrida, “más turbio y más perturbador hoy en día que el concepto archivado en la palabra archivo” (1997, 98). Casi treinta años después, quizás deberíamos matizar su aserción y reconocer que nada es hoy más turbio y más perturbador que el concepto enredado en la palabra red. Porque la red no es en absoluto una forma contemporánea del archivo, ni un conjunto de archivos, como a menudo se la pretende presentar en un intento de continuar archivando la idea de archivabilidad, sino casi exactamente lo contrario: la posibilidad precisa y activa, acaso artística, de un continuo proceso de anarchivado. Parece existir en el archivo un origen hipotético, un nodo primigenio, excepcional, privilegiado, paternal e identitario hacia donde el gesto hermenéutico se retroenfoca. El archivo derrideano no puede formar parte de una estructura no jerárquica, y tampoco una red no jerárquica podría estar constituida simplemente por un conjunto de archivos. Para el archivista, la tecnología digital es simplemente una “prótesis técnica”, una “exterioridad secundaria y accesoria” (Derrida 1997, 99), y no un elemento constitutivo de un ecosistema postdigital de acción distribuida. Si para Derrida el mal de archivo es un epítome del mal de amores, el mal de red haría referencia a una abstracción cognitiva extrema que excluyera cualquier anamnesis estructural o teleología preestablecida; un proceso a la vez autopoiético y autolítico en el que cada huella temporal hubiera sido borrada por el curso del tiempo mismo, en el que tanto la razón antrópica como cualquier propósito poético pudieran haber sido los predecesores de un proceso de transformación irreversible. Si el mal de archivo es la huella de una búsqueda infructuosa de lo esencial antrópico, el mal de red apunta a la búsqueda –igualmente infructuosa– de líneas de fuga hacia lo inhumano.