{"title":"妓院或秘密:妓女Palana, Elicia和areosa在费利西亚诺·德·席尔瓦的第二塞莱斯蒂娜","authors":"Irati Calvo Martínez","doi":"10.1080/14636204.2023.2272038","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"RESUMENEn las continuaciones e imitaciones de la Tragicomedia de Calisto y Melibea las prostitutas, alcahuetas y rufianes cobran un especial protagonismo. La Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534) sigue con la caracterización de las discípulas de la alcahueta, Elicia y Areúsa, e introduce un personaje nuevo, la prostituta de burdel Palana. A través de estas figuras podemos observar las dos caras de la prostitución en el siglo XVI: la prostitución pública, tolerada e incluso potenciada por las autoridades, y la prostitución clandestina, perseguida por la ley. La caracterización de estas mujeres y la concepción que tiene de ellas el resto de personajes son dicotómicas: las clandestinas son descritas como mujeres bellas que pertenecen a una clase superior a la de Palana, una vieja “borracha, bellaca y establera”. Este artículo quiere analizar estas dos realidades con el objetivo de llevar a cabo una primera aproximación a la caracterización de la prostituta literaria. Se observarán las similitudes y divergencias entre ellas para contribuir a la fijación de una tipología de los personajes femeninos marginales de la literatura, en este caso, del personaje de la prostituta, que permita entender de una forma más amplia al tipo de la ramera y al ciclo celestinesco.PALABRAS CLAVE: Segunda CelestinaFeliciano de Silvacelestinescaprostitutatipología Disclosure statementNo potential conflict of interest was reported by the author(s).FinanciaciónEste artículo está financiado por el programa predoctoral de formación de personal investigador no doctor del Departamento de Educación del Gobierno Vasco. Se inserta en el grupo de investigación Sociedades, Procesos, Culturas (siglos VIII a XVIII) (IT 1465–1422) y dentro del proyecto Disrupciones y continuidades en el proceso de la modernidad, siglos XVI-XIX: Un análisis multidisciplinar (Historia, Arte, Literatura) (PID2020-114496RB-I00).Notes1 Las ordenanzas más relevantes para el sistema de regulación de las mancebías fueron la Ordenanza del Padre de Mancebía (1538) del reino de Granada, las de Sevilla en 1553 y su ampliación por Felipe II en 1571. Las Ordenanzas de Sevilla se extendieron a toda la Península (López Beltrán Citation2003; Citation2004).2 Contamos con cuatro ediciones anteriores a 1559, antes de que se incluyera en el Índice de libros prohibidos de Valdés: la primera, impresa en Medina del Campo en 1534 por Pedro Tovans; la segunda, en Venecia en 1536 por Stephano da Sabio; la tercera, en Salamanca en 1536 por Pedro de Castro, y la última, en Amberes. Respecto a esta, no hay información sobre la fecha ni sobre el impresor, aunque se estima que pudo ser de 1540 o de 1550. La obra está dividida en cuarenta cenas, con sus respectivos argumentos. La Segunda Celestina es la primera continuación de La Celestina y fue tan exitosa que se convirtió en modelo de las siguientes continuaciones e imitaciones de la obra de Rojas (Baranda Leturio Citation1992).3 Los trece personajes de la Tragicomedia pasan a ser treinta y seis en la obra de Feliciano de Silva (Baranda Leturio Citation1992).4 Las mujeres se iniciaron en el oficio prostibulario por cuestiones económicas y sociales. La pobreza era el principal móvil de aquellas mujeres que, sin recursos, necesitaban subsistir. La pérdida de la honra, ya fuera por violación o por adulterio, era otra de las principales causas para caer en la prostitución (Fernández Sobremazas Citation2006; Molina Molina Citation2008). En algunos casos, los propios padres y maridos eran quienes obligaban a las mujeres a ejercer el oficio. Muchas de las mujeres públicas huían de la miseria de sus lugares de origen o de sus malas situaciones familiares. Estos factores, unidos al desempleo y los salarios insuficientes obligaron a muchas mujeres a prostituirse (Perry Citation1978).5 En la Comedia Tinelaria de Torres Naharro, Barrabás se queja de que Lucrecia, su amante, gasta todo lo que él le da: “De contino / le doy pan, y carne, y vino / que suma buenos cuatrines, / que al menos cada camino / se lleva cinco carlines. … Mas es necia. / Harto le digo: Lucrecia, / conserva mi buen partido; / mas el bien nunca se precia / hasta después qu'es perdido” (Citation2013, 448).6 Esta oración en boca de las prostitutas se repite a lo largo de todo el género celestinesco. Por ejemplo, en la Comedia Selvagia Libina hace uso de este recurso para manifestar que es una prostituta de cierta categoría que no ofrece su cuerpo a cualquiera. Le dice a Escalión: “Ce, señor, por vuestra vida, que os tengáis en vos, que no soy de las que pensáis” (Villegas Selvago Citation2014, 272).7 A pesar de que sus clientes sepan que son prostitutas, su condición de rameras de categoría les permite exigir un cierto grado de exclusividad. En el caso de ser descubiertas con otros amantes, podían sufrir agresiones por parte de ellos y podían causar reyertas en las calles.8 Según estas autoras, las continuaciones del género celestinesco serían las siguientes: la Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534), la Tercera parte de la comedia de Celestina de Gaspar Gómez de Toledo (1536), la Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de Muñón (1542), la Tragedia Policiana de Sebastián Fernández (1547), la Comedia Florinea de Juan Rodríguez Florián (1554), la Comedia llamada Selvagia de Alonso de Villegas (1554) y la anónima Tragicomedia de Polidoro y Casandrina (1591).9 En germanía, la “parroquiana del deleite” sería la prostituta (Chamorro Citation2002, 634). Por extensión, se entiende por parroquia la mancebía.10 En la Tercera Celestina la prostituta de burdel Ancona es agredida brutalmente por su rufián Bravonel en el auto XLIV: “¡Ay! ¡Ay! Justicia, justicia; que me a vañado en sangre! ¡Ay, muelas quebradas! Malvado, ¿qué te he hecho que ansí me tratas? Acábote de dar lo que tengo, y dásme esto en pago por ser tan perverso como eres. Te he soffrido cada día tus bellaquerías secretas porque no me lastimases en público” (Gómez de Toledo Citation1966, 348).11 La ciudad de Bujía fue incorporada a los dominios de la Corona de Castilla tras la toma de Orán en 1510. Las ordenanzas de Bujía son fruto de tres fases recopiladoras entre 1536 y 1540 que propiciaron la regulación de determinadas actividades y servicios, entre ellas la mancebía (López Beltrán Citation1984). Se regularon las tasas que debían pagar los soldados que utilizasen los servicios de las prostitutas, se prohibieron los regalos de un valor superior a cuatro reales para estas mujeres y se trató de prohibir la tenencia de rufianes, entre otras medidas (López Beltrán Citation1984).12 Dentro de lo subalterno también existe una defensa feroz de la honra. En este caso, se observa cómo las clandestinas Elicia y Areúsa no pueden igualarse a las públicas porque estas son quienes escogen sus clientes y han de ser cortejadas por ellos primero. Ceder a las pulsiones sexuales de un hombre de poco dinero y de baja estofa sería igualarse con Palana, que acepta en su lecho a todo aquel que pague. Además, las clandestinas han de mantener su oficio en secreto y fingir ser mujeres honestas. Si son descubiertas, pierden su honra.13 “La cosa que por haberla metido en el agua se ha deslustrado. Deslavado, el desvergonzado. Deslavamiento, descaramiento, propia pasión de mujeres, y muchachos” (Covarrubias Citation2006, 690). Con “deslabada” Elicia puede estar refiriéndose a dos cuestiones: por un lado, puede hacer alusión a la vejez de Palana; por otro, a su atrevimiento.14 “Uno de los nombres que se dan a las malas mujeres y perdidas; y díjose así, según algunos, quasi vagasa, porque anda vagando por el mundo sin tener propio dueño” (Covarrubias Citation2006, 276).15 En la Comedia Himenea, Turpedio le dice a Doresta lo siguiente: “Pues si alcanzarte pudiera, / por eso que agora dices / te cortara las narices, / ¡doña puerca escopetera!” (Torres Naharro Citation2013, 580). Según la edición de la comedia de Vélez-Sainz (Citation2013), en esos versos se entremezclan imágenes de la tradición misógina medieval –la mujer como un cerdo– y la antisemita –“le cortaré las narices”– . Sin embargo, en este caso parece poco probable que Elicia se esté refiriendo a la cuestión étnico-religiosa. Es probable que Elicia esté haciendo alusión a una antigua costumbre medieval que consistía en mutilar la nariz a aquellas mujeres que ejercían la prostitución clandestina y que provocaban reyertas en las calles (Ramos Vázquez Citation2005).16 Ramos Vázquez (Citation2005) señala que a finales del siglo XV la sífilis se propagó rápidamente entre las mujeres del burdel y sus clientes, lo que trajo consigo una epidemia difícil de controlar. Las autoridades no permitían que una mujer enferma de sífilis trabajase dentro del burdel. Es interesante que Palana siga ejerciendo el oficio a pesar de su enfermedad.Additional informationNotes on contributorsIrati Calvo MartínezIrati Calvo Martínez realizó el grado en Filología en la Universidad del País Vasco (2016–2020) y cursó el Máster en Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid (2020–2021). Actualmente pertenece al personal investigador no-doctor de la Universidad del País Vasco y desde el año 2022 disfruta de una ayuda de formación predoctoral concedida por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco en la Universidad del País Vasco. Su tesis tiene como objetivo establecer una tipología de los personajes femeninos del mundo del hampa en los siglos XVI y XVII, con especial interés en el personaje de la pícara, la prostituta, la bruja, la hechicera y la alcahueta. Correo electrónico: irati.calvo@ehu.eus","PeriodicalId":44289,"journal":{"name":"Journal of Spanish Cultural Studies","volume":"1 3","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.2000,"publicationDate":"2023-11-06","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Burdel o clandestinidad: las prostitutas Palana, Elicia y Areúsa en la <i>Segunda Celestina</i> de Feliciano de Silva\",\"authors\":\"Irati Calvo Martínez\",\"doi\":\"10.1080/14636204.2023.2272038\",\"DOIUrl\":null,\"url\":null,\"abstract\":\"RESUMENEn las continuaciones e imitaciones de la Tragicomedia de Calisto y Melibea las prostitutas, alcahuetas y rufianes cobran un especial protagonismo. La Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534) sigue con la caracterización de las discípulas de la alcahueta, Elicia y Areúsa, e introduce un personaje nuevo, la prostituta de burdel Palana. A través de estas figuras podemos observar las dos caras de la prostitución en el siglo XVI: la prostitución pública, tolerada e incluso potenciada por las autoridades, y la prostitución clandestina, perseguida por la ley. La caracterización de estas mujeres y la concepción que tiene de ellas el resto de personajes son dicotómicas: las clandestinas son descritas como mujeres bellas que pertenecen a una clase superior a la de Palana, una vieja “borracha, bellaca y establera”. Este artículo quiere analizar estas dos realidades con el objetivo de llevar a cabo una primera aproximación a la caracterización de la prostituta literaria. Se observarán las similitudes y divergencias entre ellas para contribuir a la fijación de una tipología de los personajes femeninos marginales de la literatura, en este caso, del personaje de la prostituta, que permita entender de una forma más amplia al tipo de la ramera y al ciclo celestinesco.PALABRAS CLAVE: Segunda CelestinaFeliciano de Silvacelestinescaprostitutatipología Disclosure statementNo potential conflict of interest was reported by the author(s).FinanciaciónEste artículo está financiado por el programa predoctoral de formación de personal investigador no doctor del Departamento de Educación del Gobierno Vasco. Se inserta en el grupo de investigación Sociedades, Procesos, Culturas (siglos VIII a XVIII) (IT 1465–1422) y dentro del proyecto Disrupciones y continuidades en el proceso de la modernidad, siglos XVI-XIX: Un análisis multidisciplinar (Historia, Arte, Literatura) (PID2020-114496RB-I00).Notes1 Las ordenanzas más relevantes para el sistema de regulación de las mancebías fueron la Ordenanza del Padre de Mancebía (1538) del reino de Granada, las de Sevilla en 1553 y su ampliación por Felipe II en 1571. Las Ordenanzas de Sevilla se extendieron a toda la Península (López Beltrán Citation2003; Citation2004).2 Contamos con cuatro ediciones anteriores a 1559, antes de que se incluyera en el Índice de libros prohibidos de Valdés: la primera, impresa en Medina del Campo en 1534 por Pedro Tovans; la segunda, en Venecia en 1536 por Stephano da Sabio; la tercera, en Salamanca en 1536 por Pedro de Castro, y la última, en Amberes. Respecto a esta, no hay información sobre la fecha ni sobre el impresor, aunque se estima que pudo ser de 1540 o de 1550. La obra está dividida en cuarenta cenas, con sus respectivos argumentos. La Segunda Celestina es la primera continuación de La Celestina y fue tan exitosa que se convirtió en modelo de las siguientes continuaciones e imitaciones de la obra de Rojas (Baranda Leturio Citation1992).3 Los trece personajes de la Tragicomedia pasan a ser treinta y seis en la obra de Feliciano de Silva (Baranda Leturio Citation1992).4 Las mujeres se iniciaron en el oficio prostibulario por cuestiones económicas y sociales. La pobreza era el principal móvil de aquellas mujeres que, sin recursos, necesitaban subsistir. La pérdida de la honra, ya fuera por violación o por adulterio, era otra de las principales causas para caer en la prostitución (Fernández Sobremazas Citation2006; Molina Molina Citation2008). En algunos casos, los propios padres y maridos eran quienes obligaban a las mujeres a ejercer el oficio. Muchas de las mujeres públicas huían de la miseria de sus lugares de origen o de sus malas situaciones familiares. Estos factores, unidos al desempleo y los salarios insuficientes obligaron a muchas mujeres a prostituirse (Perry Citation1978).5 En la Comedia Tinelaria de Torres Naharro, Barrabás se queja de que Lucrecia, su amante, gasta todo lo que él le da: “De contino / le doy pan, y carne, y vino / que suma buenos cuatrines, / que al menos cada camino / se lleva cinco carlines. … Mas es necia. / Harto le digo: Lucrecia, / conserva mi buen partido; / mas el bien nunca se precia / hasta después qu'es perdido” (Citation2013, 448).6 Esta oración en boca de las prostitutas se repite a lo largo de todo el género celestinesco. Por ejemplo, en la Comedia Selvagia Libina hace uso de este recurso para manifestar que es una prostituta de cierta categoría que no ofrece su cuerpo a cualquiera. Le dice a Escalión: “Ce, señor, por vuestra vida, que os tengáis en vos, que no soy de las que pensáis” (Villegas Selvago Citation2014, 272).7 A pesar de que sus clientes sepan que son prostitutas, su condición de rameras de categoría les permite exigir un cierto grado de exclusividad. En el caso de ser descubiertas con otros amantes, podían sufrir agresiones por parte de ellos y podían causar reyertas en las calles.8 Según estas autoras, las continuaciones del género celestinesco serían las siguientes: la Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534), la Tercera parte de la comedia de Celestina de Gaspar Gómez de Toledo (1536), la Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de Muñón (1542), la Tragedia Policiana de Sebastián Fernández (1547), la Comedia Florinea de Juan Rodríguez Florián (1554), la Comedia llamada Selvagia de Alonso de Villegas (1554) y la anónima Tragicomedia de Polidoro y Casandrina (1591).9 En germanía, la “parroquiana del deleite” sería la prostituta (Chamorro Citation2002, 634). Por extensión, se entiende por parroquia la mancebía.10 En la Tercera Celestina la prostituta de burdel Ancona es agredida brutalmente por su rufián Bravonel en el auto XLIV: “¡Ay! ¡Ay! Justicia, justicia; que me a vañado en sangre! ¡Ay, muelas quebradas! Malvado, ¿qué te he hecho que ansí me tratas? Acábote de dar lo que tengo, y dásme esto en pago por ser tan perverso como eres. Te he soffrido cada día tus bellaquerías secretas porque no me lastimases en público” (Gómez de Toledo Citation1966, 348).11 La ciudad de Bujía fue incorporada a los dominios de la Corona de Castilla tras la toma de Orán en 1510. Las ordenanzas de Bujía son fruto de tres fases recopiladoras entre 1536 y 1540 que propiciaron la regulación de determinadas actividades y servicios, entre ellas la mancebía (López Beltrán Citation1984). Se regularon las tasas que debían pagar los soldados que utilizasen los servicios de las prostitutas, se prohibieron los regalos de un valor superior a cuatro reales para estas mujeres y se trató de prohibir la tenencia de rufianes, entre otras medidas (López Beltrán Citation1984).12 Dentro de lo subalterno también existe una defensa feroz de la honra. En este caso, se observa cómo las clandestinas Elicia y Areúsa no pueden igualarse a las públicas porque estas son quienes escogen sus clientes y han de ser cortejadas por ellos primero. Ceder a las pulsiones sexuales de un hombre de poco dinero y de baja estofa sería igualarse con Palana, que acepta en su lecho a todo aquel que pague. Además, las clandestinas han de mantener su oficio en secreto y fingir ser mujeres honestas. Si son descubiertas, pierden su honra.13 “La cosa que por haberla metido en el agua se ha deslustrado. Deslavado, el desvergonzado. Deslavamiento, descaramiento, propia pasión de mujeres, y muchachos” (Covarrubias Citation2006, 690). Con “deslabada” Elicia puede estar refiriéndose a dos cuestiones: por un lado, puede hacer alusión a la vejez de Palana; por otro, a su atrevimiento.14 “Uno de los nombres que se dan a las malas mujeres y perdidas; y díjose así, según algunos, quasi vagasa, porque anda vagando por el mundo sin tener propio dueño” (Covarrubias Citation2006, 276).15 En la Comedia Himenea, Turpedio le dice a Doresta lo siguiente: “Pues si alcanzarte pudiera, / por eso que agora dices / te cortara las narices, / ¡doña puerca escopetera!” (Torres Naharro Citation2013, 580). Según la edición de la comedia de Vélez-Sainz (Citation2013), en esos versos se entremezclan imágenes de la tradición misógina medieval –la mujer como un cerdo– y la antisemita –“le cortaré las narices”– . Sin embargo, en este caso parece poco probable que Elicia se esté refiriendo a la cuestión étnico-religiosa. Es probable que Elicia esté haciendo alusión a una antigua costumbre medieval que consistía en mutilar la nariz a aquellas mujeres que ejercían la prostitución clandestina y que provocaban reyertas en las calles (Ramos Vázquez Citation2005).16 Ramos Vázquez (Citation2005) señala que a finales del siglo XV la sífilis se propagó rápidamente entre las mujeres del burdel y sus clientes, lo que trajo consigo una epidemia difícil de controlar. Las autoridades no permitían que una mujer enferma de sífilis trabajase dentro del burdel. Es interesante que Palana siga ejerciendo el oficio a pesar de su enfermedad.Additional informationNotes on contributorsIrati Calvo MartínezIrati Calvo Martínez realizó el grado en Filología en la Universidad del País Vasco (2016–2020) y cursó el Máster en Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid (2020–2021). Actualmente pertenece al personal investigador no-doctor de la Universidad del País Vasco y desde el año 2022 disfruta de una ayuda de formación predoctoral concedida por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco en la Universidad del País Vasco. Su tesis tiene como objetivo establecer una tipología de los personajes femeninos del mundo del hampa en los siglos XVI y XVII, con especial interés en el personaje de la pícara, la prostituta, la bruja, la hechicera y la alcahueta. 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Burdel o clandestinidad: las prostitutas Palana, Elicia y Areúsa en la Segunda Celestina de Feliciano de Silva
RESUMENEn las continuaciones e imitaciones de la Tragicomedia de Calisto y Melibea las prostitutas, alcahuetas y rufianes cobran un especial protagonismo. La Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534) sigue con la caracterización de las discípulas de la alcahueta, Elicia y Areúsa, e introduce un personaje nuevo, la prostituta de burdel Palana. A través de estas figuras podemos observar las dos caras de la prostitución en el siglo XVI: la prostitución pública, tolerada e incluso potenciada por las autoridades, y la prostitución clandestina, perseguida por la ley. La caracterización de estas mujeres y la concepción que tiene de ellas el resto de personajes son dicotómicas: las clandestinas son descritas como mujeres bellas que pertenecen a una clase superior a la de Palana, una vieja “borracha, bellaca y establera”. Este artículo quiere analizar estas dos realidades con el objetivo de llevar a cabo una primera aproximación a la caracterización de la prostituta literaria. Se observarán las similitudes y divergencias entre ellas para contribuir a la fijación de una tipología de los personajes femeninos marginales de la literatura, en este caso, del personaje de la prostituta, que permita entender de una forma más amplia al tipo de la ramera y al ciclo celestinesco.PALABRAS CLAVE: Segunda CelestinaFeliciano de Silvacelestinescaprostitutatipología Disclosure statementNo potential conflict of interest was reported by the author(s).FinanciaciónEste artículo está financiado por el programa predoctoral de formación de personal investigador no doctor del Departamento de Educación del Gobierno Vasco. Se inserta en el grupo de investigación Sociedades, Procesos, Culturas (siglos VIII a XVIII) (IT 1465–1422) y dentro del proyecto Disrupciones y continuidades en el proceso de la modernidad, siglos XVI-XIX: Un análisis multidisciplinar (Historia, Arte, Literatura) (PID2020-114496RB-I00).Notes1 Las ordenanzas más relevantes para el sistema de regulación de las mancebías fueron la Ordenanza del Padre de Mancebía (1538) del reino de Granada, las de Sevilla en 1553 y su ampliación por Felipe II en 1571. Las Ordenanzas de Sevilla se extendieron a toda la Península (López Beltrán Citation2003; Citation2004).2 Contamos con cuatro ediciones anteriores a 1559, antes de que se incluyera en el Índice de libros prohibidos de Valdés: la primera, impresa en Medina del Campo en 1534 por Pedro Tovans; la segunda, en Venecia en 1536 por Stephano da Sabio; la tercera, en Salamanca en 1536 por Pedro de Castro, y la última, en Amberes. Respecto a esta, no hay información sobre la fecha ni sobre el impresor, aunque se estima que pudo ser de 1540 o de 1550. La obra está dividida en cuarenta cenas, con sus respectivos argumentos. La Segunda Celestina es la primera continuación de La Celestina y fue tan exitosa que se convirtió en modelo de las siguientes continuaciones e imitaciones de la obra de Rojas (Baranda Leturio Citation1992).3 Los trece personajes de la Tragicomedia pasan a ser treinta y seis en la obra de Feliciano de Silva (Baranda Leturio Citation1992).4 Las mujeres se iniciaron en el oficio prostibulario por cuestiones económicas y sociales. La pobreza era el principal móvil de aquellas mujeres que, sin recursos, necesitaban subsistir. La pérdida de la honra, ya fuera por violación o por adulterio, era otra de las principales causas para caer en la prostitución (Fernández Sobremazas Citation2006; Molina Molina Citation2008). En algunos casos, los propios padres y maridos eran quienes obligaban a las mujeres a ejercer el oficio. Muchas de las mujeres públicas huían de la miseria de sus lugares de origen o de sus malas situaciones familiares. Estos factores, unidos al desempleo y los salarios insuficientes obligaron a muchas mujeres a prostituirse (Perry Citation1978).5 En la Comedia Tinelaria de Torres Naharro, Barrabás se queja de que Lucrecia, su amante, gasta todo lo que él le da: “De contino / le doy pan, y carne, y vino / que suma buenos cuatrines, / que al menos cada camino / se lleva cinco carlines. … Mas es necia. / Harto le digo: Lucrecia, / conserva mi buen partido; / mas el bien nunca se precia / hasta después qu'es perdido” (Citation2013, 448).6 Esta oración en boca de las prostitutas se repite a lo largo de todo el género celestinesco. Por ejemplo, en la Comedia Selvagia Libina hace uso de este recurso para manifestar que es una prostituta de cierta categoría que no ofrece su cuerpo a cualquiera. Le dice a Escalión: “Ce, señor, por vuestra vida, que os tengáis en vos, que no soy de las que pensáis” (Villegas Selvago Citation2014, 272).7 A pesar de que sus clientes sepan que son prostitutas, su condición de rameras de categoría les permite exigir un cierto grado de exclusividad. En el caso de ser descubiertas con otros amantes, podían sufrir agresiones por parte de ellos y podían causar reyertas en las calles.8 Según estas autoras, las continuaciones del género celestinesco serían las siguientes: la Segunda Celestina de Feliciano de Silva (1534), la Tercera parte de la comedia de Celestina de Gaspar Gómez de Toledo (1536), la Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de Muñón (1542), la Tragedia Policiana de Sebastián Fernández (1547), la Comedia Florinea de Juan Rodríguez Florián (1554), la Comedia llamada Selvagia de Alonso de Villegas (1554) y la anónima Tragicomedia de Polidoro y Casandrina (1591).9 En germanía, la “parroquiana del deleite” sería la prostituta (Chamorro Citation2002, 634). Por extensión, se entiende por parroquia la mancebía.10 En la Tercera Celestina la prostituta de burdel Ancona es agredida brutalmente por su rufián Bravonel en el auto XLIV: “¡Ay! ¡Ay! Justicia, justicia; que me a vañado en sangre! ¡Ay, muelas quebradas! Malvado, ¿qué te he hecho que ansí me tratas? Acábote de dar lo que tengo, y dásme esto en pago por ser tan perverso como eres. Te he soffrido cada día tus bellaquerías secretas porque no me lastimases en público” (Gómez de Toledo Citation1966, 348).11 La ciudad de Bujía fue incorporada a los dominios de la Corona de Castilla tras la toma de Orán en 1510. Las ordenanzas de Bujía son fruto de tres fases recopiladoras entre 1536 y 1540 que propiciaron la regulación de determinadas actividades y servicios, entre ellas la mancebía (López Beltrán Citation1984). Se regularon las tasas que debían pagar los soldados que utilizasen los servicios de las prostitutas, se prohibieron los regalos de un valor superior a cuatro reales para estas mujeres y se trató de prohibir la tenencia de rufianes, entre otras medidas (López Beltrán Citation1984).12 Dentro de lo subalterno también existe una defensa feroz de la honra. En este caso, se observa cómo las clandestinas Elicia y Areúsa no pueden igualarse a las públicas porque estas son quienes escogen sus clientes y han de ser cortejadas por ellos primero. Ceder a las pulsiones sexuales de un hombre de poco dinero y de baja estofa sería igualarse con Palana, que acepta en su lecho a todo aquel que pague. Además, las clandestinas han de mantener su oficio en secreto y fingir ser mujeres honestas. Si son descubiertas, pierden su honra.13 “La cosa que por haberla metido en el agua se ha deslustrado. Deslavado, el desvergonzado. Deslavamiento, descaramiento, propia pasión de mujeres, y muchachos” (Covarrubias Citation2006, 690). Con “deslabada” Elicia puede estar refiriéndose a dos cuestiones: por un lado, puede hacer alusión a la vejez de Palana; por otro, a su atrevimiento.14 “Uno de los nombres que se dan a las malas mujeres y perdidas; y díjose así, según algunos, quasi vagasa, porque anda vagando por el mundo sin tener propio dueño” (Covarrubias Citation2006, 276).15 En la Comedia Himenea, Turpedio le dice a Doresta lo siguiente: “Pues si alcanzarte pudiera, / por eso que agora dices / te cortara las narices, / ¡doña puerca escopetera!” (Torres Naharro Citation2013, 580). Según la edición de la comedia de Vélez-Sainz (Citation2013), en esos versos se entremezclan imágenes de la tradición misógina medieval –la mujer como un cerdo– y la antisemita –“le cortaré las narices”– . Sin embargo, en este caso parece poco probable que Elicia se esté refiriendo a la cuestión étnico-religiosa. Es probable que Elicia esté haciendo alusión a una antigua costumbre medieval que consistía en mutilar la nariz a aquellas mujeres que ejercían la prostitución clandestina y que provocaban reyertas en las calles (Ramos Vázquez Citation2005).16 Ramos Vázquez (Citation2005) señala que a finales del siglo XV la sífilis se propagó rápidamente entre las mujeres del burdel y sus clientes, lo que trajo consigo una epidemia difícil de controlar. Las autoridades no permitían que una mujer enferma de sífilis trabajase dentro del burdel. Es interesante que Palana siga ejerciendo el oficio a pesar de su enfermedad.Additional informationNotes on contributorsIrati Calvo MartínezIrati Calvo Martínez realizó el grado en Filología en la Universidad del País Vasco (2016–2020) y cursó el Máster en Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid (2020–2021). Actualmente pertenece al personal investigador no-doctor de la Universidad del País Vasco y desde el año 2022 disfruta de una ayuda de formación predoctoral concedida por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco en la Universidad del País Vasco. Su tesis tiene como objetivo establecer una tipología de los personajes femeninos del mundo del hampa en los siglos XVI y XVII, con especial interés en el personaje de la pícara, la prostituta, la bruja, la hechicera y la alcahueta. Correo electrónico: irati.calvo@ehu.eus