Douglas Murray: La Masa Enfurecida: Cómo las políticas de identidad llevaron al mundo a la locura. Ediciones Península. Barcelona. 2020. 368 pp.

Un fantasma recorre no sólo Europa, sino el mundo entero. Un fantasma que, era que no, se ha hecho fuerte en América Latina, siempre abierta a recibir con los brazos abiertos las novedades intelectuales provenientes de otras latitudes y a convertirlas en corrientes, movimientos y aún en importantes fenómenos políticos. El fantasma se llama “demanda identitaria” y atomiza a la sociedad en grupos de interés en función del sexo (o la identidad de género), la pertenencia étnica, la orientación sexual o alguna forma de vida en particular como la ecología, el veganismo u ocupar la bicicleta como medio único de transporte. Quienes abrazan la política identitaria asumen que la identidad arrogada es su principal atributo –en la mayoría de las ocasiones el único– y que poseerlo confiere un valor especial, una suerte de superioridad moral sobre los demás.