{"title":"辩证和政治唯物主义。改写SlavojŽiž克朗。","authors":"Eduardo Abril Acero","doi":"10.4995/cep4.2019.10506","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"Uno de los autores más prolíficos de las últimas décadas es sin duda Slavoj Žižek. Su propuesta política, se aleja de las posturas habituales de la izquierda, centradas en la defensa de lógicas de la diversidad, y propone la recuperación de un materialismo dialéctico fuerte, fundamentado en su lectura lacaniana de Hegel. Es importante, a mi parecer, analizar por un lado, la consistencia teórica de la versión del materialismo dialéctico propuesto por Žižek, pero no es menos importante, por el otro, responder a la cuestión acerca de «¿qué política debería defender hoy en día un materialista dialéctico?», pues reside en estos dos puntos la viabilidad de su pensamiento. En primer lugar, Žižek trata de posicionarse como materialista pero conservando la posibilidad de la acción política, lo que equivale a no caer, por un lado en un determinismo naturalista tan de moda hoy en día por parte de posiciones neurocientíficas, constructivistas y cognitivistas. Pero también se desvincula del materialismo dialéctico ortodoxo, al cual se refiere como la «perspectiva del juicio final». En segundo lugar, la respuesta del esloveno a la pregunta de qué acción política cabe desde el materialismo dialéctico, sin bien es en ocasiones ambigua, especialmente en su pretensión de recuperación del leninismo, parece apuntar a posiciones político–teológicas negativas, en el sentido del famoso lema del Bartleby de Melbille que Žižek hace suyo: «preferiría no hacerlo». No se trata de una re–fundación de cierta resistencia pasiva, sino que la apuesta Zizekiana tiene más que ver con la construcción de subjetividades capaces de romper con la seducción fetichista del capitalismo, punto en el cual el filósofo esloveno reivindica la herencia marxista, aunque reformulándola y ampliándola. Para Žižek, el fetichismo capitalista, delimitado inicialmente por Marx, abarca prácticamente la totalidad de las prácticas colectivas e institucionales, pero no sólo aquellas que se realizan desde un evidente componente libidinal del capitalismo, sino también aquellos procesos de construcción identitaria que nos permiten pensarnos nosotros mismos a distancia de tales fetiches. El materialismo dialéctico que propone, tiene la pretensión de traducirse en la construcción de subjetividades políticas que, tal como el Judío Job estaba dispuesto a experimentar la impotencia divina, se dispongan a reconocer que el capitalismo ya no tiene nada que ofrecernos.","PeriodicalId":143738,"journal":{"name":"Libro de actas. IV Congreso Internacional Estética y Política: Poéticas del desacuerdo para una democracia plural","volume":null,"pages":null},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2019-10-30","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Materialismo dialéctico y política. Reformulación de Slavoj Žižek.\",\"authors\":\"Eduardo Abril Acero\",\"doi\":\"10.4995/cep4.2019.10506\",\"DOIUrl\":null,\"url\":null,\"abstract\":\"Uno de los autores más prolíficos de las últimas décadas es sin duda Slavoj Žižek. 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Materialismo dialéctico y política. Reformulación de Slavoj Žižek.
Uno de los autores más prolíficos de las últimas décadas es sin duda Slavoj Žižek. Su propuesta política, se aleja de las posturas habituales de la izquierda, centradas en la defensa de lógicas de la diversidad, y propone la recuperación de un materialismo dialéctico fuerte, fundamentado en su lectura lacaniana de Hegel. Es importante, a mi parecer, analizar por un lado, la consistencia teórica de la versión del materialismo dialéctico propuesto por Žižek, pero no es menos importante, por el otro, responder a la cuestión acerca de «¿qué política debería defender hoy en día un materialista dialéctico?», pues reside en estos dos puntos la viabilidad de su pensamiento. En primer lugar, Žižek trata de posicionarse como materialista pero conservando la posibilidad de la acción política, lo que equivale a no caer, por un lado en un determinismo naturalista tan de moda hoy en día por parte de posiciones neurocientíficas, constructivistas y cognitivistas. Pero también se desvincula del materialismo dialéctico ortodoxo, al cual se refiere como la «perspectiva del juicio final». En segundo lugar, la respuesta del esloveno a la pregunta de qué acción política cabe desde el materialismo dialéctico, sin bien es en ocasiones ambigua, especialmente en su pretensión de recuperación del leninismo, parece apuntar a posiciones político–teológicas negativas, en el sentido del famoso lema del Bartleby de Melbille que Žižek hace suyo: «preferiría no hacerlo». No se trata de una re–fundación de cierta resistencia pasiva, sino que la apuesta Zizekiana tiene más que ver con la construcción de subjetividades capaces de romper con la seducción fetichista del capitalismo, punto en el cual el filósofo esloveno reivindica la herencia marxista, aunque reformulándola y ampliándola. Para Žižek, el fetichismo capitalista, delimitado inicialmente por Marx, abarca prácticamente la totalidad de las prácticas colectivas e institucionales, pero no sólo aquellas que se realizan desde un evidente componente libidinal del capitalismo, sino también aquellos procesos de construcción identitaria que nos permiten pensarnos nosotros mismos a distancia de tales fetiches. El materialismo dialéctico que propone, tiene la pretensión de traducirse en la construcción de subjetividades políticas que, tal como el Judío Job estaba dispuesto a experimentar la impotencia divina, se dispongan a reconocer que el capitalismo ya no tiene nada que ofrecernos.