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Las niñas que maduran más tardíamente, a menudo se autoseleccionan o son reclutadas por preparadores para deportes que favorecen cuerpos de tamaños reducidos o muy delgados. También se ha utilizado la composición corporal para explicar el retraso de la menarquia y las irregularidades menstruales que se observan en atletas de elite. Se ha descrito una mayor prevalencia de disfunción menstrual en atletas adolescentes que participan en deportes dependientes del peso, en comparación con lo que se observa en otros deportes. No obstante, tal como se ha dejado entrever recientemente, no existe una relación directa entre causa y efecto entre la obesidad y la reproducción y, en realidad, la función reproductora en las mujeres está regulada por la disponibilidad energética y no por la grasa corporal. Está justificado intensificar la investigación para indagar adicionalmente esta interacción entre los cambios a corto plazo en la disponibilidad de los combustibles y la amenorrea atlética en adolescentes femeninas. Se llega a la conclusión de que, teniendo en cuenta los numerosos factores que, según se ha comprobado, influyen sobre la menarquia y la menstruación, el papel desempeñado por el mero entrenamiento físico como factor causal del inicio más tardío de la pubertad y de las irregularidades menstruales en niñas físicamente activas sigue siendo dudoso. 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Pubertad y deportes atléticos en adolescentes femeninas
La creciente participación de niños pequeños en el entrenamiento físico intensivo, durante las últimas décadas, ha generado temores con respecto a sus efectos potenciales sobre el crecimiento y la maduración de los niños. La pubertad en el humano se caracteriza por cambios hormonales considerables, que resultan tanto en maduración física como en maduración sexual. Dado que un entrenamiento intensivo antes de la pubertad, junto a los efectos metabólicos potenciales del seguimiento de una dieta, puede alterar la función hipotalámica e hipofisaria, el momento en que se inicia el entrenamiento atlético ha sido implicado como un factor en el retraso de la menarquia y la maduración sexual en atletas femeninas. Por otra parte, en algunos estudios se ha dejado entrever la probabilidad de que el retraso de la menarquia puede deberse a factores genéticos. Las niñas que maduran más tardíamente, a menudo se autoseleccionan o son reclutadas por preparadores para deportes que favorecen cuerpos de tamaños reducidos o muy delgados. También se ha utilizado la composición corporal para explicar el retraso de la menarquia y las irregularidades menstruales que se observan en atletas de elite. Se ha descrito una mayor prevalencia de disfunción menstrual en atletas adolescentes que participan en deportes dependientes del peso, en comparación con lo que se observa en otros deportes. No obstante, tal como se ha dejado entrever recientemente, no existe una relación directa entre causa y efecto entre la obesidad y la reproducción y, en realidad, la función reproductora en las mujeres está regulada por la disponibilidad energética y no por la grasa corporal. Está justificado intensificar la investigación para indagar adicionalmente esta interacción entre los cambios a corto plazo en la disponibilidad de los combustibles y la amenorrea atlética en adolescentes femeninas. Se llega a la conclusión de que, teniendo en cuenta los numerosos factores que, según se ha comprobado, influyen sobre la menarquia y la menstruación, el papel desempeñado por el mero entrenamiento físico como factor causal del inicio más tardío de la pubertad y de las irregularidades menstruales en niñas físicamente activas sigue siendo dudoso. Es imprescindible una investigación basada en estudios diseñados longitudinalmente para identificar si las diferencias en la maduración, observadas entre atletas femeninas y niñas que no practican actividades atléticas, son el resultado de la naturaleza o la nutrición, y cuál es el equilibrio entre ambos factores.