INTRODUCCIÓN

Uno de los peligros que acecha a esta sociedad, que llamamos de la información y el conocimiento, es el de caer en una indolente idiotización caracterizada por la perdida de un mínimo nivel de conciencia crítica y política. Estado éste que impide, como pocos, el correcto desarrollo y consolidación de una sociedad libre, democrática y solidaria. En ello, los mass media juegan un papel protagonista. Son actualmente las vías más eficaces para el intercambio cultural y para la construcción de un proceso social armónico. La UNESCO, allá por 1975, propuso la “Declaración sobre los Principios Fundamentales que deben regir el uso de los Mass Media en el Reforzamiento de la Paz y el Entendimiento Internacional y en el Combate contra la Propaganda de Guerra, el Racismo y el Apartheid”. Sin embargo, la idea de una sociedad más humana e integrada cultural, económica y políticamente es puesta en entredicho una y otra vez por la constante expansión de guerras y conflictos que profundizan las problemáticas sociales, como el racismo, la emigración, la violencia de género, los nacionalismos radicales y cada vez más de moda, el fundamentalismo. Mucha intolerancia, demasiada tensión, poca convivencia. Vivimos en un mundo que nunca ha disfrutado de tanta información, de tantas posibilidades de comunicación, entre individuos, pueblos y colectivos, y sin embargo una visión (¿interesadamente?) uniforme de la cultura a nivel internacional aplasta la diversidad cultural, entendida como seña de identidad y como riqueza de este planeta ; ahoga todo lo humano del individuo que acaba cediendo ante una corriente que lo diluye, sin ni siquiera haberse planteado la posibilidad de nadar.