{"title":"客人","authors":"David Gamella","doi":"10.59028/misostenido.2022.01","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"Parece que fue ayer cuando el equipo de musicoterapeutas que realizaba sesiones en la UCI de adultos del Hospital Universitario de La Paz de Madrid dejó de tener acceso a esta unidad. Era el 4 de febrero de 2020. La pandemia en España era aun un mero contenido televisivo que afectaba en el lejano Oriente. En los telenoticias y en las redes sociales se podía advertir esa tranquilidad de quien se sabe a salvo de los acontecimientos. El resto de la historia ya la conocen, incluso puede que hayan experimentado en primera persona las vicisitudes del bichito o haber atravesado el trance de tener que llorar inesperadas despedidas.\nSea como fuere, el COVID-19, el SARCov2 técnicamente hablando, nos convidó a un evento sin precedentes a escala mundial. La invitación nos llegó sin previo aviso y sin haberla esperado. Su llegada confirmó el ingente catálogo de películas y libros que han ido aderezando el inconsciente colectivo con futuros distópicos y transhumanistas. Irrumpió tan de sorpresa que nuestras despensas vivieron por unos instantes las carencias que los ciudadanos de latitudes distantes a este primer mundo experimentan habitualmente. Ha sido la primera vez que, de forma global, comprobamos la fragilidad y caducidad estructural de la comodidad occidental que vivimos.\nA tenor de los datos recientes de su incidencia, parece que estamos en las postrimerías de esta pandemia, al menos ante su expresión más liviana. Por este motivo decidimos dedicar este tercer número de la revista MiSostenido para reflejar las consecuencias dejadas también en el cuerpo de las terapias artísticas. El ritmo de la vida social empieza a remontar, lo hacen las empresas, lo hace la vida en los parques. Esto se traduce también en la recuperación de los espacios de terapia y en la reactivación de los proyectos de intervención en hospitales, escuelas y residencias que quedaron suspendidos sine die. Por fin los pacientes y usuarios pueden volver a recibir sus habituales acompañamientos terapéuticos.","PeriodicalId":411426,"journal":{"name":"Revista de investigación en musicoterapia MiSOSTENiDO","volume":"63 1","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2022-04-10","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"CONVIDADOS\",\"authors\":\"David Gamella\",\"doi\":\"10.59028/misostenido.2022.01\",\"DOIUrl\":null,\"url\":null,\"abstract\":\"Parece que fue ayer cuando el equipo de musicoterapeutas que realizaba sesiones en la UCI de adultos del Hospital Universitario de La Paz de Madrid dejó de tener acceso a esta unidad. Era el 4 de febrero de 2020. 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Sea como fuere, el COVID-19, el SARCov2 técnicamente hablando, nos convidó a un evento sin precedentes a escala mundial. La invitación nos llegó sin previo aviso y sin haberla esperado. Su llegada confirmó el ingente catálogo de películas y libros que han ido aderezando el inconsciente colectivo con futuros distópicos y transhumanistas. Irrumpió tan de sorpresa que nuestras despensas vivieron por unos instantes las carencias que los ciudadanos de latitudes distantes a este primer mundo experimentan habitualmente. Ha sido la primera vez que, de forma global, comprobamos la fragilidad y caducidad estructural de la comodidad occidental que vivimos.
A tenor de los datos recientes de su incidencia, parece que estamos en las postrimerías de esta pandemia, al menos ante su expresión más liviana. Por este motivo decidimos dedicar este tercer número de la revista MiSostenido para reflejar las consecuencias dejadas también en el cuerpo de las terapias artísticas. El ritmo de la vida social empieza a remontar, lo hacen las empresas, lo hace la vida en los parques. Esto se traduce también en la recuperación de los espacios de terapia y en la reactivación de los proyectos de intervención en hospitales, escuelas y residencias que quedaron suspendidos sine die. Por fin los pacientes y usuarios pueden volver a recibir sus habituales acompañamientos terapéuticos.