I. Gil, M. Círia, R. M. Ferrer, B. Sádaba, E. García-Quetglas, J. R. Azanza
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Abstract
En los últimos años, la incidencia de infecciones de tipo fúngico ha ido aumentando de forma paulatina, siendo Aspergillus y Candida los patógenos implicados más frecuentemente. A pesar de ello, la investigación farmacéutica había encaminado la mayoría de sus esfuerzos en el desarrollo de nuevos antibacterianos y antivíricos, y se disponía de muy pocas opciones para el tratamiento de las infecciones fúngicas viscerales: anfotericina B, en cualquiera de sus formas y un azol, fluconazol. Esta situación resultaba claramente insostenible por lo que el desarrollo de nuevos fármacos era primordial. Recientemente el arsenal terapéutico de los fármacos antimicóticos se ha visto enriquecido con la comercialización de dos nuevos componentes: un azol, voriconazol y caspofungina, que pertenece a una nueva familia, equinocandinas. El presente artículo se ha dedicado a describir las características más prácticas del primero de ellos.