Jaime Sánchez Salas, Andrés Eduardo Estrada Castillón, M. A. García Aranda, Mario F. Duarte Hérnandez, Fabián García González, L. M. Valenzuela Núñez, Dra. Gisela Muro
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Abstract
Los ambientes semiáridos son dominados por condiciones extremas que influyen de manera directa en la dispersión y germinación de semillas, así como el establecimiento, desarrollo y mantenimiento de la cubierta vegetal. Este ciclo depende directamente de la disponibilidad del recurso hídrico. Sin embargo, en las zonas semiáridas el agua es limitada, por lo que las especies que ahí habitan presentan adaptaciones para su dispersión como el desarrollo de estructuras y estrategias de movilidad para asegurar su supervivencia. Las etapas de la dispersión hasta el establecimiento de las semillas se manifiestan mediante distintas estrategias o mecanismos para pasar de una fase a otra. Lo anterior aunado a la humedad, la disponibilidad de agua y los sustratos favorecen la dispersión. La interacción de los bancos de semillas y sus estructuras constituyen un factor decisivo para que las especies se adapten a las zonas áridas y semiáridas. Adicionalmente, las microestructuras seminales juegan un papel particular en cada especie al proporcionar ventajas ante las inclemencias que deben sortear, como sucede con el hilo prominente y los tegumentos delgados de las semillas, así como las formas singulares que facilitan no sólo la absorción de agua, sino la dispersión hacia sitios seguros que hagan posible iniciar el proceso de establecimiento.