Yanna G. Franco, Marisa Bordón Ojeda, Claudia García-Alonso
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Abstract
Introducción. Este trabajo plantea que el color violeta o morado, símbolo de la lucha feminista, se ha comenzado a utilizar como reclamo publicitario y como etiqueta de consumo dirigida a la clientela femenina, subvirtiendo su significado político, invisibilizando las verdaderas causas de la desigualdad, y contribuyendo a la mercantilización del feminismo. Metodología. Para explorar esta cuestión se escogió una muestra de seis anuncios de productos de alimentación, belleza, higiene personal y moda que emplean dicho color como reclamo publicitario, para explorar el grado de cumplimiento de los cinco requisitos establecidos por Becker-Herby (2016) para determinar que una determinada campaña se puede considerar publicidad feminista o femvertising; a continuación se evaluó si estos anuncios crean un imaginario social en torno al color morado que colabora a romper con los estereotipos del binarismo de género o, por el contrario, a perpetuarlos, simplemente sustituyendo el rosa por el morado. Resultados: Del análisis de los resultados se detecta que la publicidad ha creado ese nicho violeta de mercado en el que conviven “feminismo” y feminidad y que disfraza los intereses económicos bajo la apariencia de mensajes que propugnan la igualdad. Conclusiones y aportaciones: Es cierto que estas estrategias de femvertising lanzan mensajes más positivos que la publicidad tradicional respecto a qué se considera belleza femenina o cuál es el rol de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, estos mensajes son de corte individualista, dirigidos sencillamente a conectar con las mujeres de hoy, que difícilmente se identifican con mensajes abiertamente sexistas, en tanto potenciales consumidoras; desproveen de contenido político no solo al color morado sino al propio concepto de empoderamiento femenino y, en suma, utilizan en diferentes grados la agenda feminista al servicio de objetivos muy diferentes a los que el feminismo persigue.