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Abstract
Necesitamos el miedo para protegernos ante peligros y poder sobrevivir. Si un tigre se abalanza sobre mí, reaccionaré huyendo. Mi cuerpo segregará adrenalina y me daré a la fuga, para evitar esa situación peligrosa y recuperar cuanto antes la normalidad.
En nuestra sociedad, es muy improbable que tengamos que enfrentarnos con un tigre, pero sí que existen acontecimientos o situaciones que representan una verdadera amenaza para nuestra existencia. Toda una vida llena de ilusiones que se ve truncada por un accidente de coche o por una enfermedad, problemas en el trabajo que nos angustian, situaciones difíciles con los hijos… circunstancias que, de una u otra manera, nos resultan peligrosas.
Y ante esos peligros, el miedo nos hace reaccionar; tiene, por lo tanto, una utilidad considerable, ya que nos protege por medio de estrategias que nos permiten sobrevivir, incluso en situaciones difíciles. Una vez encontrado y solucionado el problema, volveremos a la tranquilidad y al curso normal de nuestra existencia.
Pero ¿qué ocurre si ese tigre, en vez de ser real, lo crea nuestra mente? ¿Si en lugar de tener un accidente, imaginamos que lo tenemos; si ante un diagnóstico médico solo viésemos una enfermedad terminal, o en un problema laboral, el definitivo despido…? ¿Qué sucede si es nuestra cabeza la que provoca que el latido de nuestro corazón se acelere, empecemos a sudar, el ritmo de la respiración aumente, aparezcan temblores, escalofríos, dolor en el pecho, sequedad de boca, mareos, dolor de cabeza…?
Lo cierto es que nuestro miedo puede aparecer a causa de estas dos posibilidades, la real y la producida por nuestra imaginación. Y este hecho lo hemos comprobado, más que nunca, durante estos meses de la pandemia causada por el virus Sars-Cov-2, ya que en muchas ocasiones el miedo que sentíamos no era debido a un peligro real sino a lo que, espoleados por el ambiente social y los medios de comunicación, creaba nuestra imaginación. No obstante, fuese por un hecho objetivo o a causa de nuestra mente, la sensación del miedo es real y la persona que sufre bajo ese miedo pondrá todos los medios para volver cuanto antes a la paz inicial en la que la reacción fisiológica de estrés desaparece y deja de alterarnos.