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Abstract
Se propone que las experiencias de daño se definen por dos tipos de rasgos. En primer lugar, por un tipo doble de modalidad de la experiencia: a diferencia de la negatividad de lo que tradicionalmente se comprende como mal, el daño se define no por ser necesario o ser experimentado como tal, sino por su posibilidad negativa -lo que no es o era necesario que hubiera sucedido- y por la necesidad práctica de que no vuelva a reiterarse. En segundo lugar, las experiencias de daño se elaboran y trabajan en estructuras relacionales no simétricas de las víctimas o los supervivientes, los victimarios o dañadores y el conjunto de terceras figuras que atienden y se posicionan concernidos ante ellas, cuando ello alcanza a suceder. Por lo primero, los daños se abren a su clausura que se articula, al menos, en tres tareas: las de su cese, las de su cura o reparación y las del compromiso de su no reiteración. Por lo segundo, esas tareas suponen autoridades y responsabilidades diferentes en esas tres figuras que configuran las experiencias de daño.