{"title":"Relevancia de los Ejercicios espirituales ignacianos como herramienta para el desarrollo humano desde la teoría maslowiana de la autorrealización","authors":"Ángel González Caballero","doi":"10.46530/ecdp.v0i35.647","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"\nAristóteles dijo: “El fin supremo del hombre es la felicidad”. Toda la gente está buscando la felicidad, y a lo largo de la historia de la humanidad han surgido distintas propuestas que aspiran a lograr esta meta. Hace dos mil años, en la región de Palestina-Israel vivió Jesús de Nazaret, quien con su vida y doctrina propone un camino de plenitud humana. De todos sus seguidores, entre los siglos XV y XVI en el País Vasco destaca san Ignacio de Loyola, cuya espiritualidad surgida a raíz de una “experiencia cumbre” en Pamplona aún es seguida y vivida por miles de personas en todo el mundo. Los Ejercicios Espirituales, desarrollados entre 1521 y 1548, son el “itinerario” en el que Íñigo López de Loyola descubrió a Dios, y fue trabajando su sentido de vida y algunos otros elementos que bien le valen ser llamado “persona autorrealizada”, según la definición y estudios que, casi 400 años después, en América, desarrolló y publicó el psicólogo Abraham H. Maslow, dándole base a la Psicología Humanista. A lo largo de esta investigación se hará un análisis hermenéutico entre los escritos de Ignacio de Loyola y los de Maslow para establecer qué elementos tienen en común, y así contextualizar y actualizar la propuesta ignaciana, que no es otra más que el seguimiento radical de Jesús de Nazaret, arquetipo de la “eterna autorrealización”.\n","PeriodicalId":516570,"journal":{"name":"En-Claves del Pensamiento","volume":"40 11","pages":""},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2024-01-02","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"En-Claves del Pensamiento","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.46530/ecdp.v0i35.647","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
Aristóteles dijo: “El fin supremo del hombre es la felicidad”. Toda la gente está buscando la felicidad, y a lo largo de la historia de la humanidad han surgido distintas propuestas que aspiran a lograr esta meta. Hace dos mil años, en la región de Palestina-Israel vivió Jesús de Nazaret, quien con su vida y doctrina propone un camino de plenitud humana. De todos sus seguidores, entre los siglos XV y XVI en el País Vasco destaca san Ignacio de Loyola, cuya espiritualidad surgida a raíz de una “experiencia cumbre” en Pamplona aún es seguida y vivida por miles de personas en todo el mundo. Los Ejercicios Espirituales, desarrollados entre 1521 y 1548, son el “itinerario” en el que Íñigo López de Loyola descubrió a Dios, y fue trabajando su sentido de vida y algunos otros elementos que bien le valen ser llamado “persona autorrealizada”, según la definición y estudios que, casi 400 años después, en América, desarrolló y publicó el psicólogo Abraham H. Maslow, dándole base a la Psicología Humanista. A lo largo de esta investigación se hará un análisis hermenéutico entre los escritos de Ignacio de Loyola y los de Maslow para establecer qué elementos tienen en común, y así contextualizar y actualizar la propuesta ignaciana, que no es otra más que el seguimiento radical de Jesús de Nazaret, arquetipo de la “eterna autorrealización”.