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Abstract
Durante los últimos decenios, se está produciendo un acercamiento, a menudo confuso, entre el patrimonio material y el inmaterial. El desplazamiento del eje gravitacional del objeto al sujeto y, en consecuencia, la consideración del patrimonio como el valor que se le asigna a ciertos elementos, bien de forma institucional, bien de forma identitaria, está haciendo recalcular el significado y misión de los reconocimientos patrimoniales internacionales más prestigiosos. Este artículo parte de la premisa de que, en la asignación de ese valor patrimonial, la materialidad puede ser más o menos importante (grande en el patrimonio inmueble, mínima o nula en el inmaterial), pero la espacialidad, en cambio, siempre es un componente básico. Valor y espacio son pues dos referentes clave que precisan de un entendimiento simultáneo, correlacionado y que supere las taxonomías patrimoniales clásicas. Así, se reflexiona sobre los grandes programas internacionales de reconocimiento patrimonial representativo (la Lista del Patrimonio Mundial y los listados Patrimonio Cultural Inmaterial) y sobre las estrategias que deben orientar, a partir del nuevo marco conceptual, la tutela y la activación del patrimonio. Como conclusión principal, y tras proponer un listado español de bienes susceptibles de una lectura conjunta en las listas patrimoniales representativas de la Unesco, se apunta a la necesidad de establecer programas y listados de bienes convergentes, permeables a las políticas de desarrollo territorial y más atentos, no solo a los aspectos ambientales, sin duda imprescindibles, sino también a las bases sociales que sustentan la autenticidad del patrimonio.