{"title":"HENRI BERGSON","authors":"Y. L. Sociedad, Henri Bergson, Georg Simmel","doi":"10.1515/9780823296361-008","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"El núcleo más profundo de cada constitución espiritual se manifiesta en cuanto el movimiento del pensamiento, el inquieto preguntar acerca del significado, del origen, del fundamento de lo real y de lo pensado, ha arribado a un concepto ante el cual todas aquellas preguntas ya no son dirigidas. En la representación de lo individual, del círculo, de la época cultural descansa, más o menos claramente, un concepto tal, hacia el cual van todos los caminos de pensamiento como si buscaran primero en él su orientación, en tanto que él mismo, evidente por antonomasia, no necesitaría fundamentación y es apto. Puesto que es la expresión del correspondiente modo y direccionalidad de la naturaleza espiritual que lo encuentra como hecho último que no puede demostrarse porque no puede refutarse. Estos conceptos básicos no fundamentados son los puntos en los que el pensamiento y el ser del individuo pensante se encuentran. Así mostraba el espíritu griego su estructura en la idea de sustancia, de una esencia inmutable, fija, y de sus formas. La tarea del pensamiento parecía resuelta con la reducción de los fenómenos a un invariable atemporal, sin que se preguntara a este último por su legitimación. La veneración de la forma plástica, tal como se adecuó a ese espíritu, en su incomparable unidad de racionalismo y genio artístico, es el símbolo de cómo aquí el concepto de ser sustancial y de sus formas eternas se tornó la incuestionabilidad definitiva de la imagen de mundo. En este lugar puso el cristianismo el concepto de Dios y del orden de las cosas fijado por Dios. Aquí dejo en suspenso cuánto de aquellos conceptos básicos griegos seguía operando en ello. En todo caso, el concepto en el cual el preguntar acaba, dentro de la concepción cristiana de mundo, ha albergado en sí un quantum mayor de vida que el concepto de ser griego. Luego, con el fin del Renacimiento, se destacó otro concepto como el último: la naturaleza y las leyes de su movimiento mecánico. Ahora la verdadera realidad ya no es la pura y simplemente fija, granítica, eternidad del ser, como en los griegos y, propiamente, también en el concepto de Dios, sino una realidad a cada instante modificada, y así son ahora las leyes de estos cambios lo definitivo, lo-que-todo-decide. Ya no puede preguntarse más de dónde provienen las mismas; y si se derivan de la voluntad o de la esencia de Dios es algo que no está fundado ya en la estructura de aquellos conceptos mismos, sino que procede de un planteamiento del problema ahora solamente transmitido y por principio distinto. Ahora, sin embargo, con el siglo xx, el movimiento mecánico parece ceder a otro concepto su lugar como última instancia: a la vida. Entre la eternidad metafísica de la sustancia como el concepto básico ya no fundamentable y el concepto moderno de vida se manifiesta el movimiento mecánico","PeriodicalId":361098,"journal":{"name":"Philosophers of Process","volume":"100 1","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2020-10-23","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"76","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Philosophers of Process","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.1515/9780823296361-008","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
El núcleo más profundo de cada constitución espiritual se manifiesta en cuanto el movimiento del pensamiento, el inquieto preguntar acerca del significado, del origen, del fundamento de lo real y de lo pensado, ha arribado a un concepto ante el cual todas aquellas preguntas ya no son dirigidas. En la representación de lo individual, del círculo, de la época cultural descansa, más o menos claramente, un concepto tal, hacia el cual van todos los caminos de pensamiento como si buscaran primero en él su orientación, en tanto que él mismo, evidente por antonomasia, no necesitaría fundamentación y es apto. Puesto que es la expresión del correspondiente modo y direccionalidad de la naturaleza espiritual que lo encuentra como hecho último que no puede demostrarse porque no puede refutarse. Estos conceptos básicos no fundamentados son los puntos en los que el pensamiento y el ser del individuo pensante se encuentran. Así mostraba el espíritu griego su estructura en la idea de sustancia, de una esencia inmutable, fija, y de sus formas. La tarea del pensamiento parecía resuelta con la reducción de los fenómenos a un invariable atemporal, sin que se preguntara a este último por su legitimación. La veneración de la forma plástica, tal como se adecuó a ese espíritu, en su incomparable unidad de racionalismo y genio artístico, es el símbolo de cómo aquí el concepto de ser sustancial y de sus formas eternas se tornó la incuestionabilidad definitiva de la imagen de mundo. En este lugar puso el cristianismo el concepto de Dios y del orden de las cosas fijado por Dios. Aquí dejo en suspenso cuánto de aquellos conceptos básicos griegos seguía operando en ello. En todo caso, el concepto en el cual el preguntar acaba, dentro de la concepción cristiana de mundo, ha albergado en sí un quantum mayor de vida que el concepto de ser griego. Luego, con el fin del Renacimiento, se destacó otro concepto como el último: la naturaleza y las leyes de su movimiento mecánico. Ahora la verdadera realidad ya no es la pura y simplemente fija, granítica, eternidad del ser, como en los griegos y, propiamente, también en el concepto de Dios, sino una realidad a cada instante modificada, y así son ahora las leyes de estos cambios lo definitivo, lo-que-todo-decide. Ya no puede preguntarse más de dónde provienen las mismas; y si se derivan de la voluntad o de la esencia de Dios es algo que no está fundado ya en la estructura de aquellos conceptos mismos, sino que procede de un planteamiento del problema ahora solamente transmitido y por principio distinto. Ahora, sin embargo, con el siglo xx, el movimiento mecánico parece ceder a otro concepto su lugar como última instancia: a la vida. Entre la eternidad metafísica de la sustancia como el concepto básico ya no fundamentable y el concepto moderno de vida se manifiesta el movimiento mecánico