Bajo el puente

Una mañana de lunes, como en cualquier semana, abrí mi ventana esperando ver el hermoso paisaje de mi pueblo, Poza Rica. Pero, esta mañana, a diferencia de las otras 5000 que habré pasado a lo largo de mi vida, el sol ya no estaba ahí. Una sombra oscura era lo que veían mis ojos que poco a poco se llenaban de lágrimas como consecuencia del humo, el olor a concreto y la arena que inundaba todo el aire. Solo podía oír las grandes máquinas rompiendo, martillando y decidiendo con cada golpe el futuro de este pueblo. Tristes, mi perro y yo cerramos la ventana sin mucha esperanza de que fuera un buen día.