J.-Cl. Talmant (Ancien assistant, chef de clinique des Hôpitaux de Nantes, ancien attaché consultant de chirurgie plastique), J.-Ch. Talmant (Ancien assistant, chef de clinique des Hôpitaux de Strasbourg), J.-P. Lumineau (Ancien attaché de chirurgie maxillofaciale du CHU de Nantes), G. Rousteau (Médecin phoniatre au CHU de Nantes)
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Hay una conclusión evidente: el tratamiento de las hendiduras labiopalatinas es un continuum. Las estructuras normales que sólo están deformadas debido a la hendidura están presentes; si persisten deformaciones y disfunciones, simplemente hay que volver a realizar la cirugía primaria para lograr el objetivo. La hendidura, antes del tratamiento, no es una mutilación; es una malformación en la que las estructuras, inimitables, están presentes, aunque desordenadas, en un desorden que se comprende mejor, pero que se ve complicado por las cicatrices y por unos tratamientos previos inadecuados. Cuando se trata de secuelas labionasales o de una insuficiencia velofaríngea, los métodos adecuados son los mismos en cirugía primaria y secundaria. Estos métodos respetan estrictamente las estructuras normales y las protegen de la retracción cicatricial sin sustitución por supuestos equivalentes. El catálogo de las viejas recetas, inapropiado pero muy familiar, tranquilizador y cómodo, caerá pronto en el olvido ante la evidencia de una rehabilitación funcional real y no de una cirugía que se basa en la inmediatez y la apariencia. Se da prioridad al respeto de la fisiología normal. Por ejemplo, el velo corto se alarga primero mediante transposición muscular intravelar y el esfínter velofaríngeo se reduce mediante lipollenado. Las comunicaciones buconasales han desaparecido y, en los equipos en los que cirujanos y ortodoncistas cooperan con la misma filosofía anatomofuncional, los defectos de crecimiento son más raros y accesibles a tratamientos simplificados y estables. Los pacientes ya tratados según estos principios tienen ante ellos la promesa de una infancia normal como la de los demás si sus funciones se restablecen a tiempo. En ausencia de una cirugía secundaria eficaz, las mismas técnicas serán útiles para corregir las secuelas en la edad adulta y estabilidad el resultado de las posibles osteotomías que están justificadas en esta etapa.</p></div>","PeriodicalId":100417,"journal":{"name":"EMC - Cirugía Plástica Reparadora y Estética","volume":"29 1","pages":"Pages 1-21"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2021-06-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"https://sci-hub-pdf.com/10.1016/S1634-2143(21)45166-6","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Tratamiento quirúrgico secundario de las hendiduras labioalveolopalatinas\",\"authors\":\"J.-Cl. Talmant (Ancien assistant, chef de clinique des Hôpitaux de Nantes, ancien attaché consultant de chirurgie plastique), J.-Ch. Talmant (Ancien assistant, chef de clinique des Hôpitaux de Strasbourg), J.-P. Lumineau (Ancien attaché de chirurgie maxillofaciale du CHU de Nantes), G. 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Tratamiento quirúrgico secundario de las hendiduras labioalveolopalatinas
Como mínimo, se requieren 20 años para determinar si un protocolo de tratamiento de las hendiduras labiopalatinas es adecuado; una cirugía secundaria prolonga aún más este plazo. Sin embargo, la prueba del tiempo por sí sola no da cuerpo a un nuevo concepto. También se requiere una auténtica coherencia. Una generación de pacientes que han alcanzado la edad adulta confirma que la calidad de la restauración morfológica y funcional de su malformación depende del conocimiento de su anatomía neonatal. Hay una conclusión evidente: el tratamiento de las hendiduras labiopalatinas es un continuum. Las estructuras normales que sólo están deformadas debido a la hendidura están presentes; si persisten deformaciones y disfunciones, simplemente hay que volver a realizar la cirugía primaria para lograr el objetivo. La hendidura, antes del tratamiento, no es una mutilación; es una malformación en la que las estructuras, inimitables, están presentes, aunque desordenadas, en un desorden que se comprende mejor, pero que se ve complicado por las cicatrices y por unos tratamientos previos inadecuados. Cuando se trata de secuelas labionasales o de una insuficiencia velofaríngea, los métodos adecuados son los mismos en cirugía primaria y secundaria. Estos métodos respetan estrictamente las estructuras normales y las protegen de la retracción cicatricial sin sustitución por supuestos equivalentes. El catálogo de las viejas recetas, inapropiado pero muy familiar, tranquilizador y cómodo, caerá pronto en el olvido ante la evidencia de una rehabilitación funcional real y no de una cirugía que se basa en la inmediatez y la apariencia. Se da prioridad al respeto de la fisiología normal. Por ejemplo, el velo corto se alarga primero mediante transposición muscular intravelar y el esfínter velofaríngeo se reduce mediante lipollenado. Las comunicaciones buconasales han desaparecido y, en los equipos en los que cirujanos y ortodoncistas cooperan con la misma filosofía anatomofuncional, los defectos de crecimiento son más raros y accesibles a tratamientos simplificados y estables. Los pacientes ya tratados según estos principios tienen ante ellos la promesa de una infancia normal como la de los demás si sus funciones se restablecen a tiempo. En ausencia de una cirugía secundaria eficaz, las mismas técnicas serán útiles para corregir las secuelas en la edad adulta y estabilidad el resultado de las posibles osteotomías que están justificadas en esta etapa.