Filippo Juvarra, de la Corte portuguesa a la española

La llegada del arquitecto mesinés Filippo Juvarra a Lisboa, a petición del rey Juan V, se enmarca en un meditado proceso emprendido por la Corte portuguesa para reafirmarse como potencia europea y convertir Lisboa en capital de un imperio de ultramar y sede patriarcal. En su breve estancia de apenas seis meses, el talentoso arquitecto supo catalizar todas estas inquietudes con sus fantásticos diseños, en los que no solo proyecta unas arquitecturas concretas sino, sobre todo, la magnificencia de la monarquía portuguesa, el poder de su soberano y la imagen de una capital cultural, que tiene su mirada puesta en Roma, capital del antiguo Imperio romano, y corazón de la cristiandad católica. Quince años después, se repite la historia con la llamada del arquitecto desde la Corte española para reconstruir el nuevo Palacio Real, tras el incendio del antiguo Alcázar de Madrid. Felipe V, primer Borbón reinante en España, anhela un nuevo símbolo arquitectónico del poder de su monarquía y elige a Juvarra para erigirlo.